8/02/2018, 20:34
El joven se cruzó de brazos y quedó en silencio. «Si estás tan empeñado, adelante, ponte las botas... al menos tengo que admitir que tu voluntad es envidiable.», reflexionó en la privacidad de su mente.
Fue así que Ralexion observó a Akame con un semblante plagado de interés y un pequeño tinte de preocupación. No hizo nada cuando el uzujin reaccionó de una forma tan aparatosa; incluso aunque un trago mal dado le llevase a tirar todo lo que se encontrara en su estómago, el moreno iba a dejar que el chupado joven lo capease en solitario, con el kusajin como juicioso espectador.
La situación no llegó a tales extremos, sin embargo. Akame había cumplido su objetivo de acabar con los contenidos del recipiente y estaba satisfecho con ello. Pagó lo que debía y le aseguró al otro Uchiha que no iba a emborracharse antes de una misión. Sí, era de sentido común, pero Ralexion no pudo evitar sentir que buena parte del argumento era una excusa perfecta para el de Uzugakure. Al fin y al cabo, un vasito como el que tanto le había costado tomar a Akame no era nada para el shinobi de Kusa...
—Muy bien, machote —rió entre dientes.
Con paso acelerado siguió la estela de Akame, buscando adelantarlo, ya que, después de todo, necesitaba guiarlo hasta el hostal donde se alojaba.
Fue así que Ralexion observó a Akame con un semblante plagado de interés y un pequeño tinte de preocupación. No hizo nada cuando el uzujin reaccionó de una forma tan aparatosa; incluso aunque un trago mal dado le llevase a tirar todo lo que se encontrara en su estómago, el moreno iba a dejar que el chupado joven lo capease en solitario, con el kusajin como juicioso espectador.
La situación no llegó a tales extremos, sin embargo. Akame había cumplido su objetivo de acabar con los contenidos del recipiente y estaba satisfecho con ello. Pagó lo que debía y le aseguró al otro Uchiha que no iba a emborracharse antes de una misión. Sí, era de sentido común, pero Ralexion no pudo evitar sentir que buena parte del argumento era una excusa perfecta para el de Uzugakure. Al fin y al cabo, un vasito como el que tanto le había costado tomar a Akame no era nada para el shinobi de Kusa...
—Muy bien, machote —rió entre dientes.
Con paso acelerado siguió la estela de Akame, buscando adelantarlo, ya que, después de todo, necesitaba guiarlo hasta el hostal donde se alojaba.