11/02/2018, 16:44
Gracias a la preparación de Kagetsuna, Karamaru podría hacer uso de un mapa de alta calidad preparado por las autoridades de la aldea, sin duda mejor que lo que podría haber copiado a mano alzada el Uchiha. Ralexion no puso pegas, el tuerto tenía razón, con que la pareja de "novios" dispusiese de uno era suficiente.
Así quedó acordada la hora de reunión y el calvo se dispuso a partir el primero.
—Allí nos veremos.
El moreno lo observó marcharse con semblante serio. Según veía al genin de Amegakure acortar la distancia que le separaba de la primera calle de la ciudad, el Uchiha no paraba de reflexionar sobre la misión, hilando ideas y planes de acción. Tras unos minutos de abstracción se giró para encarar a Kagetsuna.
—Será mejor que nos pongamos en marcha también —internó sus manos en los bolsillos del pantalón— ¿Qué crees que deberíamos de hacer primero? ¿Reservar una habitación en el hotel, o pegarnos una vuelta por la ciudad?
Entonces, sin motivo aparente, se sonrojó. Se vio obligado a tocar un tema que habría preferido no mencionar...
—¿Y crees que... deberíamos de ir cogidos de la mano o algo...? —preguntó con claras dificultades.
Mientras tanto, el primer hecho notable que se presentó frente a Karamaru era la cantidad de gente en las calles. Ya en las afueras, los individuos y los grupos de gente se hacían patentes, yendo y viniendo. El muchacho pudo observar que había gente de todo tipo: personas aparentemente normales, gente bien elegante, así como sujetos de aspecto intimidante, tanto mafiosos como simples delincuentes. Era un popurrí que discurría en aparente armonía.
La zonas colindantes al centro estaban más dedicadas a tiendas normales, lugares de hospedaje y tabernas; ahí mismo era donde el calvo podría dar con lo que buscaba. A su vez, el centro estaba plagado de burdeles, casinos y similares. Pero independientemente de la zona de Takemikazuchi en la que uno se encontraba, la fiesta, la venta de sustancias ilícitas y la posibilidad de ser víctima de un crimen eran omnipresentes.
Así quedó acordada la hora de reunión y el calvo se dispuso a partir el primero.
—Allí nos veremos.
El moreno lo observó marcharse con semblante serio. Según veía al genin de Amegakure acortar la distancia que le separaba de la primera calle de la ciudad, el Uchiha no paraba de reflexionar sobre la misión, hilando ideas y planes de acción. Tras unos minutos de abstracción se giró para encarar a Kagetsuna.
—Será mejor que nos pongamos en marcha también —internó sus manos en los bolsillos del pantalón— ¿Qué crees que deberíamos de hacer primero? ¿Reservar una habitación en el hotel, o pegarnos una vuelta por la ciudad?
Entonces, sin motivo aparente, se sonrojó. Se vio obligado a tocar un tema que habría preferido no mencionar...
—¿Y crees que... deberíamos de ir cogidos de la mano o algo...? —preguntó con claras dificultades.
Mientras tanto, el primer hecho notable que se presentó frente a Karamaru era la cantidad de gente en las calles. Ya en las afueras, los individuos y los grupos de gente se hacían patentes, yendo y viniendo. El muchacho pudo observar que había gente de todo tipo: personas aparentemente normales, gente bien elegante, así como sujetos de aspecto intimidante, tanto mafiosos como simples delincuentes. Era un popurrí que discurría en aparente armonía.
La zonas colindantes al centro estaban más dedicadas a tiendas normales, lugares de hospedaje y tabernas; ahí mismo era donde el calvo podría dar con lo que buscaba. A su vez, el centro estaba plagado de burdeles, casinos y similares. Pero independientemente de la zona de Takemikazuchi en la que uno se encontraba, la fiesta, la venta de sustancias ilícitas y la posibilidad de ser víctima de un crimen eran omnipresentes.