12/02/2018, 00:46
—Suerte— Se limitó a decir mientras enrollaba nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su lugar. —Sí— contestó a secas ante las apremiantes palabras del Uchiha.
Estaba comportándose algo recatado, ahorrándose la mayoría de comentarios que tenía, guardándoselos en el pecho. Pero ¿por cuanto tiempo más? Suspiró pesadamente mientras recogía el paraguas, esperando escuchar recomendaciones por parte de su compañero, aunque no pudo evitar alzar una ceja cuando hizo una pausa notoria al hablar, acompañada de un sonrojo.
—¿Eh?— Fue ahí cuando el Uchiha sacó a relucir el tema complejo. —Ay, por Ame no Kami...— El Senju se llevó la palma a la cara, cubriéndose el único ojo visible mientras negaba con la cabeza. "¿Que diría mi abuela?" La mujer, recta y soberbiamente culta, probablemente indicaría que era vergonzoso que una pareja se mostrase afecto en público. Pero cómo el joven Isa era más un caso perdido cómo el padre, siempre se pasaba las costumbres por los huevos. —Joder, que me has agarrado en curva porque no estoy muy seguro en realidad—. Se rascó la cabeza. —Supongo que ir de la mano será suficiente para que sea creíble— dijo mientras desviaba la mirada al pueblo, evitando ver a la cara a Ralexion.
"Mierda, si los dos nos ponemos nerviosos se nos puede dar vuelta la tortilla." El plan ya no parecía tan bueno viéndolo desde esa perspectiva. —Cómo sea. Una vez lleguemos al pueblo creo que la prioridad es el hotel, para luego no andar pariendo hospedaje cuando debamos reunirnos con Karamaru. Luego ya sí eso inspeccionar la ciudad con el pretexto de buscar sitios de interés, ya sabes, zonas turísticas con afluencia de personas y que mueven dinero—. La teoría sonaba fácil, pero la práctica es otra cosa. —Por el tipo de lugar, más temprano que tarde podríamos dar con alguien de los bajos fondos que pueda suministrar pistas útiles— Su padre suele decirle que nunca hace falta un bocón de más.
—Si ha quedado claro, mejor irnos ya antes de que graznen los cuervos. En cuento lleguemos a la ciudad, actuaremos cómo tórtolos y ya—. Hizo una pausa para tomar aliento y relajarse, no debía arruinar el disfraz. —¿Correcto?— remató mientras daba una vuelta de trescientos sesenta grados sobre sí, poniéndole un tono dulce a la voz.
Estaba comportándose algo recatado, ahorrándose la mayoría de comentarios que tenía, guardándoselos en el pecho. Pero ¿por cuanto tiempo más? Suspiró pesadamente mientras recogía el paraguas, esperando escuchar recomendaciones por parte de su compañero, aunque no pudo evitar alzar una ceja cuando hizo una pausa notoria al hablar, acompañada de un sonrojo.
—¿Eh?— Fue ahí cuando el Uchiha sacó a relucir el tema complejo. —Ay, por Ame no Kami...— El Senju se llevó la palma a la cara, cubriéndose el único ojo visible mientras negaba con la cabeza. "¿Que diría mi abuela?" La mujer, recta y soberbiamente culta, probablemente indicaría que era vergonzoso que una pareja se mostrase afecto en público. Pero cómo el joven Isa era más un caso perdido cómo el padre, siempre se pasaba las costumbres por los huevos. —Joder, que me has agarrado en curva porque no estoy muy seguro en realidad—. Se rascó la cabeza. —Supongo que ir de la mano será suficiente para que sea creíble— dijo mientras desviaba la mirada al pueblo, evitando ver a la cara a Ralexion.
"Mierda, si los dos nos ponemos nerviosos se nos puede dar vuelta la tortilla." El plan ya no parecía tan bueno viéndolo desde esa perspectiva. —Cómo sea. Una vez lleguemos al pueblo creo que la prioridad es el hotel, para luego no andar pariendo hospedaje cuando debamos reunirnos con Karamaru. Luego ya sí eso inspeccionar la ciudad con el pretexto de buscar sitios de interés, ya sabes, zonas turísticas con afluencia de personas y que mueven dinero—. La teoría sonaba fácil, pero la práctica es otra cosa. —Por el tipo de lugar, más temprano que tarde podríamos dar con alguien de los bajos fondos que pueda suministrar pistas útiles— Su padre suele decirle que nunca hace falta un bocón de más.
—Si ha quedado claro, mejor irnos ya antes de que graznen los cuervos. En cuento lleguemos a la ciudad, actuaremos cómo tórtolos y ya—. Hizo una pausa para tomar aliento y relajarse, no debía arruinar el disfraz. —¿Correcto?— remató mientras daba una vuelta de trescientos sesenta grados sobre sí, poniéndole un tono dulce a la voz.