14/02/2018, 00:39
—Estupendo —dijo Jitsuna—. Acompañadme, pues.
Shenfu Kano carraspeó sonoramente.
—¡Ya acompaño luego yo al grumete, Jitsuna! —exclamó, sonriente, pasando un brazo por los hombros de Kaido y atrayéndole hacia él—. ¡Antes tengo que darle unos consejos… de hombre a hombre!
Jitsuna elevó una ceja, mientras fruncía los labios. Luego, hizo un ademán con la mano, dándose la vuelta.
—¿De hombre a hombre? Prefiero ni saber qué es… —murmuró, haciendo una indicación a Kila para que la acompañase. Se acercaron hasta una puerta que había en el lateral del comedor y desaparecieron tras ella.
Solos, sin oídos indiscretos ni miradas acechantes, Shenfu Kano se desplomó sobre una silla. Parecía agotado.
—¡Por Susano’o, me estáis volviendo loco!
Shenfu Kano carraspeó sonoramente.
—¡Ya acompaño luego yo al grumete, Jitsuna! —exclamó, sonriente, pasando un brazo por los hombros de Kaido y atrayéndole hacia él—. ¡Antes tengo que darle unos consejos… de hombre a hombre!
Jitsuna elevó una ceja, mientras fruncía los labios. Luego, hizo un ademán con la mano, dándose la vuelta.
—¿De hombre a hombre? Prefiero ni saber qué es… —murmuró, haciendo una indicación a Kila para que la acompañase. Se acercaron hasta una puerta que había en el lateral del comedor y desaparecieron tras ella.
Solos, sin oídos indiscretos ni miradas acechantes, Shenfu Kano se desplomó sobre una silla. Parecía agotado.
—¡Por Susano’o, me estáis volviendo loco!