15/02/2018, 02:27
—Yo no sé nene. Pero al menos esa barrera tuya es más útil que muchas otras técnicas que sólo podrían usarse situacionalmente. "Cómo las mías, por ejemplo..." Era algo que debía comerse sin sal.
Estar en aquel desierto dejó en evidencia una falencia muy grande en él: sin objetos era un inútil. Y aunque los tuviera, eso no lo hacía menos inútil. Si en esos momentos se topase con un enemigo, no disponía de ninguna ofensiva más que taijutsu limpio. Por otro lado, ninguna de sus técnicas de sellado le servía de algo para protegerse de aquel clima. Quizás, sólo quizás se arrepentía un poco de no dedicarse al ninjutsu elemental, pero él mismo no se creía hábil en ese campo. Ahora, debía pagar las consecuencias de su debilidad, dependiendo de la buena voluntad del uzushiogakuriense.
—Supongo— Se resignó a contestar, mientras trataba de recuperar fuerzas. —A todo esto— Andaba platicador, no quería aburrirse y quizás ese sería el único momento que tendrían libre para abrir la boca sin terminar con una libra de arena en ella. —¿Por qué accediste a ayudarme? Fácilmente te pudiste haber negado—. Su visión del mundo era quiera que no, pesimista.
La única persona amable de verdad que había conocido hasta la fecha era Ayame, siendo además de las pocas con las que no se terminó peleando.
Estar en aquel desierto dejó en evidencia una falencia muy grande en él: sin objetos era un inútil. Y aunque los tuviera, eso no lo hacía menos inútil. Si en esos momentos se topase con un enemigo, no disponía de ninguna ofensiva más que taijutsu limpio. Por otro lado, ninguna de sus técnicas de sellado le servía de algo para protegerse de aquel clima. Quizás, sólo quizás se arrepentía un poco de no dedicarse al ninjutsu elemental, pero él mismo no se creía hábil en ese campo. Ahora, debía pagar las consecuencias de su debilidad, dependiendo de la buena voluntad del uzushiogakuriense.
—Supongo— Se resignó a contestar, mientras trataba de recuperar fuerzas. —A todo esto— Andaba platicador, no quería aburrirse y quizás ese sería el único momento que tendrían libre para abrir la boca sin terminar con una libra de arena en ella. —¿Por qué accediste a ayudarme? Fácilmente te pudiste haber negado—. Su visión del mundo era quiera que no, pesimista.
La única persona amable de verdad que había conocido hasta la fecha era Ayame, siendo además de las pocas con las que no se terminó peleando.