15/02/2018, 12:33
—¿Y qué es lo que propones? ¿Quieres que nos montemos un iglú o qué? —replicó Yota—. Me gustaría recordarte que nos han echado del único lugar en el que podíamos alquilar una habitación. Yo voy a ir, tu haz lo que quieras.
Ayame no supo qué responder ante la contundencia de sus palabras. Y el frío no ayudaba a la hora de mantenerse firme en su postura. Tenía la nariz tan congelada que le dolía y sentía todos los músculos agarrotados por el frío y cansados por los constantes temblores. Si no hubiese sido por la súbita irrupción de Kumopansa en la taberna, ella podría estar a aquellas horas en una cama caliente, intentando conciliar el sueño ignorando la fiesta que se celebraba en la planta de abajo...
¿Cuál era su alternativa ahora? ¿Abandonar a su suerte a Yota y regresar por su cuenta a la seguridad de una casa conocida? La verdad es que sonaba tentador...
—¡Maldita sea! —siseó, en un susurro—. ¿Por qué siempre me acabo metiendo en líos?
—¡Hey! ¿Vamos o qué? —insistió la cría, y Ayame lanzó un desesperado suspiro.
—¡Está bien, está bien! —acabó cediendo a regañadientes, y tuvo que forzar a sus congelados músculos a ponerse en marcha tras la pista de la niña.
Ayame no supo qué responder ante la contundencia de sus palabras. Y el frío no ayudaba a la hora de mantenerse firme en su postura. Tenía la nariz tan congelada que le dolía y sentía todos los músculos agarrotados por el frío y cansados por los constantes temblores. Si no hubiese sido por la súbita irrupción de Kumopansa en la taberna, ella podría estar a aquellas horas en una cama caliente, intentando conciliar el sueño ignorando la fiesta que se celebraba en la planta de abajo...
¿Cuál era su alternativa ahora? ¿Abandonar a su suerte a Yota y regresar por su cuenta a la seguridad de una casa conocida? La verdad es que sonaba tentador...
—¡Maldita sea! —siseó, en un susurro—. ¿Por qué siempre me acabo metiendo en líos?
—¡Hey! ¿Vamos o qué? —insistió la cría, y Ayame lanzó un desesperado suspiro.
—¡Está bien, está bien! —acabó cediendo a regañadientes, y tuvo que forzar a sus congelados músculos a ponerse en marcha tras la pista de la niña.