19/08/2015, 13:35
Yota se giró junto a él, aunque por lo que le dijo, dio a entender que no había visto nada. Al parecer, Juro era el único que lo había oído. Juraría que había algo en los arbustos.
— Creo que si... — bajo inconscientemente el tono de voz, no demasiado, por si había alguien.
Pero no podía ser. Si fuese una emboscada, el momento de atacar habría sido antes, cuando no los esperaban. No, estaba seguro de que no podían ser bandidos. ¿Un animal salvaje?
Miró a Yota, intentando dar a entender lo que iba a hacer. Dió un paso hacia el arbusto, mientras agarraba el latigo, aun en su cinturon...
...Y volvió a retroceder con un jadeo, al ver como algo salía de aquel arbusto, y pasaba al lado suyo. Se paró en mitad del camino unos segundos. Era una simple ardilla. ¿Se habría caído de algún árbol? Nunca lo supo, volvió a desaparecer en la maleza.
Soltó una pequeña risilla nerviosa, de repente avergonzado por haberse asustado.
— Falsa alarma — comentó, aun riendo.
En ese mismo momento, al callarse, pudieron notar algo extraño. Antes, el bosque se inundaba de sus voces y de los ruidos naturales. Pero ahora otro ruido parecía escucharse. Unos pasos.
Al levantar la mirada, podrían ver una figura acercarse a ambos, tanto si se movían como si se quedaban quietos. Mientras se acercaba, podrían ver que era una mujer, ya entrada en años. Tenía un palo, seguramente cogido del bosque, con el que se apoyaba al andar. Parecía muy anciana, y estaba cubierta por una capa de color rojizo.
Se paró delante suyo, mientras sonreía. En su rostro se denotaron muchas arrugas cuando esta sonrió. Juro no pudo evitar fjiarse en su pelo canoso, que parecía estar cayéndose, poco a poco...
— Hola pequeños — su voz le parecía hasta vieja y desgastada, para nada dulce — ¿Que hacéis por aquí solos?
La mujer empezó a toser, con un tono ronco que no le gusto nada al chico, pero su sonrisa regresó casi al instante. Una sonrisa grande, y casi perturbadora.
— Creo que si... — bajo inconscientemente el tono de voz, no demasiado, por si había alguien.
Pero no podía ser. Si fuese una emboscada, el momento de atacar habría sido antes, cuando no los esperaban. No, estaba seguro de que no podían ser bandidos. ¿Un animal salvaje?
Miró a Yota, intentando dar a entender lo que iba a hacer. Dió un paso hacia el arbusto, mientras agarraba el latigo, aun en su cinturon...
...Y volvió a retroceder con un jadeo, al ver como algo salía de aquel arbusto, y pasaba al lado suyo. Se paró en mitad del camino unos segundos. Era una simple ardilla. ¿Se habría caído de algún árbol? Nunca lo supo, volvió a desaparecer en la maleza.
Soltó una pequeña risilla nerviosa, de repente avergonzado por haberse asustado.
— Falsa alarma — comentó, aun riendo.
En ese mismo momento, al callarse, pudieron notar algo extraño. Antes, el bosque se inundaba de sus voces y de los ruidos naturales. Pero ahora otro ruido parecía escucharse. Unos pasos.
Al levantar la mirada, podrían ver una figura acercarse a ambos, tanto si se movían como si se quedaban quietos. Mientras se acercaba, podrían ver que era una mujer, ya entrada en años. Tenía un palo, seguramente cogido del bosque, con el que se apoyaba al andar. Parecía muy anciana, y estaba cubierta por una capa de color rojizo.
Se paró delante suyo, mientras sonreía. En su rostro se denotaron muchas arrugas cuando esta sonrió. Juro no pudo evitar fjiarse en su pelo canoso, que parecía estar cayéndose, poco a poco...
— Hola pequeños — su voz le parecía hasta vieja y desgastada, para nada dulce — ¿Que hacéis por aquí solos?
La mujer empezó a toser, con un tono ronco que no le gusto nada al chico, pero su sonrisa regresó casi al instante. Una sonrisa grande, y casi perturbadora.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60