19/02/2018, 22:16
Los segundos parecían minutos. Los minutos, horas. Las horas, una eternidad. El tiempo se empeñaba en avanzar con exasperante lentitud, mientras Datsue daba vueltas en su habitación. O miraba por la ventana. O yacía sobre la cama, cambiando de postura de forma continua.
Tenía los sobacos de la camisa sudados y sentía una fuerte presión en el pecho, que lejos de irse, iba en aumento a medida que iba pasando el tiempo. ¿Había hecho bien en dejar ir a Nagisa sola? ¿Tendría que haber insistido en acompañarla? ¿Qué haría si no volvían? Nagisa le había ordenado regresar a la Villa para informar, pero lo que ella no sabía —y él no había recordado hasta entonces—, es que había hecho un juramento a Zaide. Y no un juramento cualquiera. Uno hecho por fuuinjutsu, que le obligaba a no revelar lo sucedido hasta que el secuestro hubiese concluido.
Desobedecer a Nagisa podría traer muchas y muy diversas consecuencias. Romper el juramento, en cambio, traía la muerte. Y Uchiha Datsue prefería evitar su visita por un tiempo más.
Nada le hubiese podido preparar para lo que vieron sus ojos.
Había viajado tras días esperando en la posada a la vuelta de Koko y Nagisa. Tras días de insomnio, ansiedad y angustia. Tras días de desesperanza y abatimiento. Finalmente, se había armado de valor. Había activado la brújula que apuntaba a Koko, y se había lanzado en su búsqueda.
Llegó a su destino al segundo día, y entonces, lo supo. Supo que el secuestro había concluido. Lo supo al ver la tierra, la zona del intercambio, partida y resquebrajada. Lo supo al oler a carne descompuesta y podrida. Lo supo al ver la cabeza pálida y alargada de un hombre desconocido, tirada en el suelo, dentro de un cuadrado imaginario formado por cuatro losas de piedra. El cuerpo de la cabeza, delgado y flacucho, yacía a metros de distancia. Lo supo al ver el cadáver de un hombre, gigante y fuerte, a poca distancia de allí. Lo supo al ver a Nagisa, partida por la mitad de arriba abajo como un cerdo en el matadero. Un buitre se empeñaba en arrancarle las tripas a picotazos.
Datsue vomitó.
Cerca de ella, otro cuerpo. El Uchiha lo reconoció al instante, pese a que tenía la cabeza aplastada e irreconocible, como si le hubiesen aplastado con un enorme mazo de guerra. Era Kuma. Cómo había llegado hasta allí era algo que, quizá, jamás averiguaría. Ni tampoco quiénes eran aquellos otros dos hombres. Dos hombres con un dragón rojo tatuado en el cuello.
Pero, sobre todo, lo supo al ver a Koko. La novia de Akame. La chica con la que tantas veces había discutido, peleado y luchado. Ya no lo volvería a hacer. Nunca más.
Datsue se dejó caer de rodillas a su lado. Ella tenía dibujado en su rostro frío y pálido esa sonrisa tan suya. Esa sonrisa de orgullo y suficiencia. Le cerró los ojos, mientras gotas de lluvia caían sobre el rostro de ella, y apartó la mirada, incapaz de seguir mirando la herida mortal que tenía en el pecho.
Sus ojos recorrieron el resto del terreno. No había nadie más. Ni Zaide, ni Yume, ni Katame. Entonces, dejó caer la cabeza hacia atrás y frunció el ceño, extrañado. El cielo estaba despejado.
El cielo estaba despejado, y aún así, gotas de agua seguían cayendo sobre el rostro de Koko cada vez que la miraba.
Tenía los sobacos de la camisa sudados y sentía una fuerte presión en el pecho, que lejos de irse, iba en aumento a medida que iba pasando el tiempo. ¿Había hecho bien en dejar ir a Nagisa sola? ¿Tendría que haber insistido en acompañarla? ¿Qué haría si no volvían? Nagisa le había ordenado regresar a la Villa para informar, pero lo que ella no sabía —y él no había recordado hasta entonces—, es que había hecho un juramento a Zaide. Y no un juramento cualquiera. Uno hecho por fuuinjutsu, que le obligaba a no revelar lo sucedido hasta que el secuestro hubiese concluido.
Desobedecer a Nagisa podría traer muchas y muy diversas consecuencias. Romper el juramento, en cambio, traía la muerte. Y Uchiha Datsue prefería evitar su visita por un tiempo más.
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Nada le hubiese podido preparar para lo que vieron sus ojos.
Había viajado tras días esperando en la posada a la vuelta de Koko y Nagisa. Tras días de insomnio, ansiedad y angustia. Tras días de desesperanza y abatimiento. Finalmente, se había armado de valor. Había activado la brújula que apuntaba a Koko, y se había lanzado en su búsqueda.
Llegó a su destino al segundo día, y entonces, lo supo. Supo que el secuestro había concluido. Lo supo al ver la tierra, la zona del intercambio, partida y resquebrajada. Lo supo al oler a carne descompuesta y podrida. Lo supo al ver la cabeza pálida y alargada de un hombre desconocido, tirada en el suelo, dentro de un cuadrado imaginario formado por cuatro losas de piedra. El cuerpo de la cabeza, delgado y flacucho, yacía a metros de distancia. Lo supo al ver el cadáver de un hombre, gigante y fuerte, a poca distancia de allí. Lo supo al ver a Nagisa, partida por la mitad de arriba abajo como un cerdo en el matadero. Un buitre se empeñaba en arrancarle las tripas a picotazos.
Datsue vomitó.
Cerca de ella, otro cuerpo. El Uchiha lo reconoció al instante, pese a que tenía la cabeza aplastada e irreconocible, como si le hubiesen aplastado con un enorme mazo de guerra. Era Kuma. Cómo había llegado hasta allí era algo que, quizá, jamás averiguaría. Ni tampoco quiénes eran aquellos otros dos hombres. Dos hombres con un dragón rojo tatuado en el cuello.
Pero, sobre todo, lo supo al ver a Koko. La novia de Akame. La chica con la que tantas veces había discutido, peleado y luchado. Ya no lo volvería a hacer. Nunca más.
Datsue se dejó caer de rodillas a su lado. Ella tenía dibujado en su rostro frío y pálido esa sonrisa tan suya. Esa sonrisa de orgullo y suficiencia. Le cerró los ojos, mientras gotas de lluvia caían sobre el rostro de ella, y apartó la mirada, incapaz de seguir mirando la herida mortal que tenía en el pecho.
Sus ojos recorrieron el resto del terreno. No había nadie más. Ni Zaide, ni Yume, ni Katame. Entonces, dejó caer la cabeza hacia atrás y frunció el ceño, extrañado. El cielo estaba despejado.
El cielo estaba despejado, y aún así, gotas de agua seguían cayendo sobre el rostro de Koko cada vez que la miraba.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado