20/02/2018, 03:09
Shenfu Kano iba asintiendo con vehemencia ante las indicaciones de Kaido, haciendo que su papada se bambalease de un lado a otro. Luego, respondió a la primera pregunta del shinobi:
—¡Pues claro que soy bueno con los rostros! —exclamó, dando una sonora palmada en la barra—. Pero estoy en la cocina la mayor parte del tiempo, ¡no veo mucho a la clientela!
No, Shenfu Kano no había podido apreciar nada raro. Aparte de su clientela habitual, por su restaurante pasaban decenas y decenas de caras nuevas cada fin de semana. Y él no las tenía registradas en su memoria. Menos cuando se pasaba la mayor parte del tiempo cocinando o bebiendo.
—Puede que haya estado entre vosotros y no os hayáis dado cuenta.
—Puede ser, puede ser… ¡Pero yo te pago por hechos, no por posibilidades! —rugió, con la mirada encendida. Fue entonces cuando Kaido pudo apreciar que los efectos del alcohol empezaban a hacerle efecto al cocinero. Le costaba más articular las palabras, y tenía los ojos nublados, como si les costase enfocarse en nada en concreto—. ¡La única entrada al barco es esa de ahí! ¡Eso sí es un hecho! —agregó, señalando las escaleras por las que Kaido y el resto de concursantes habían entrado—. ¡Y esa es la única puerta que da a las habitaciones! —continuó, apuntando con un dedo a la puerta, o al menos a un punto medianamente cercano, por la que su mujer y Kila habían desaparecido—. También están las ventanas de los camarotes, pero… ¡Solo se abren por dentro!
—¡Pues claro que soy bueno con los rostros! —exclamó, dando una sonora palmada en la barra—. Pero estoy en la cocina la mayor parte del tiempo, ¡no veo mucho a la clientela!
No, Shenfu Kano no había podido apreciar nada raro. Aparte de su clientela habitual, por su restaurante pasaban decenas y decenas de caras nuevas cada fin de semana. Y él no las tenía registradas en su memoria. Menos cuando se pasaba la mayor parte del tiempo cocinando o bebiendo.
—Puede que haya estado entre vosotros y no os hayáis dado cuenta.
—Puede ser, puede ser… ¡Pero yo te pago por hechos, no por posibilidades! —rugió, con la mirada encendida. Fue entonces cuando Kaido pudo apreciar que los efectos del alcohol empezaban a hacerle efecto al cocinero. Le costaba más articular las palabras, y tenía los ojos nublados, como si les costase enfocarse en nada en concreto—. ¡La única entrada al barco es esa de ahí! ¡Eso sí es un hecho! —agregó, señalando las escaleras por las que Kaido y el resto de concursantes habían entrado—. ¡Y esa es la única puerta que da a las habitaciones! —continuó, apuntando con un dedo a la puerta, o al menos a un punto medianamente cercano, por la que su mujer y Kila habían desaparecido—. También están las ventanas de los camarotes, pero… ¡Solo se abren por dentro!