20/02/2018, 07:38
—Puede ser, puede ser… ¡Pero yo te pago por hechos, no por posibilidades! —y a él no le pagaban por tener que soportar los gritos de un borracho, pero no iba a decírselo, evidentemente. Estaba claro que Kano empezaba a sucumbir a los efectos del alcohol, así que no habría mucho tiempo más para indagar en todo lo que necesitaba saber. Mejor era apurarse—. ¡La única entrada al barco es esa de ahí! ¡Eso sí es un hecho! —en cuanto el hombre señaló la única entrada, el escualo se levantó de su asiento y se dirigió hasta aquella dirección puntual. No dejó de escuchar a Kano, más mientras tanto le echaba un ojo curtido a los alrededores y a la puerta que cerraba aquella entrada, de haber una. Y en caso de haberla, de si los cerrojos funcionaban correctamente o habían sido forzados de alguna manera—. ¡Y esa es la única puerta que da a las habitaciones! —finalmente, trazó el siguiente tramo hasta los linderos del pasillo por donde la buenorra de Kila se hubo perdido junto a Jitsuna—. También están las ventanas de los camarotes, pero… ¡Solo se abren por dentro!
Entonces, una idea maquiavélica rondó la cabeza del amejin. Porque él era un malpensado, y nunca se fiaba de nada, ni de nadie. A desconfiaba hasta de sí mismo.
«Mejor me ahorro el drama de decirle que puede que alguien de dentro está involucrado en toda esta mierda del robo. Poco le va a gustar que sugiera que su amada esposa o su sobrina tengan algo que ver con la ladrona, aunque me decanto más por la segunda. Por alguna razón habrá ido hasta su camarote, ¿no? ¿será que a Koe le gusta hacer tijera?»
—Bien, Kano-san; ¡bien! —se acercó hasta él y le dio una potente palmada, de esas que él regalaba a la mesa cada tanto—. verás como en nada atrapamos a esa hija de perra. Mientras tanto, será mejor que vayas a dormir, que a mí también me vendría bien pegar el ojo. Ha sido un largo viaje desde Arashi no kuni. Seguimos mañana con el interrogatorio, a ver qué más podemos conseguir, ¿ok?
Entonces, una idea maquiavélica rondó la cabeza del amejin. Porque él era un malpensado, y nunca se fiaba de nada, ni de nadie. A desconfiaba hasta de sí mismo.
«Mejor me ahorro el drama de decirle que puede que alguien de dentro está involucrado en toda esta mierda del robo. Poco le va a gustar que sugiera que su amada esposa o su sobrina tengan algo que ver con la ladrona, aunque me decanto más por la segunda. Por alguna razón habrá ido hasta su camarote, ¿no? ¿será que a Koe le gusta hacer tijera?»
—Bien, Kano-san; ¡bien! —se acercó hasta él y le dio una potente palmada, de esas que él regalaba a la mesa cada tanto—. verás como en nada atrapamos a esa hija de perra. Mientras tanto, será mejor que vayas a dormir, que a mí también me vendría bien pegar el ojo. Ha sido un largo viaje desde Arashi no kuni. Seguimos mañana con el interrogatorio, a ver qué más podemos conseguir, ¿ok?