23/02/2018, 23:55
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
Kaido pensó que le estaban tocando a la puerta, pero en realidad era una gaviota que casualmente picoteaba la ventana circular con interés. El gyojin decidió entonces que ya era hora de levantarse, y se dirigió con la mirada borrosa y dando tumbos hasta el cuarto del baño a darse una ducha.
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
Alguien llamaba a la jodida puerta del cuarto del baño mientras el agua corría por su cuerpo. Alguien impaciente, que quizá no pudiese esperar más por hacer de vientre o que, simplemente, quería que Kaido se apurase.
Cuando el shinobi al fin salió de la ducha, sin embargo, a nadie vio tras la puerta. El pasillo estaba completamente vacío, y no se oía ni un alma.
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
Kaido se sobresaltó. Tocaban a la puerta que acababa de cerrar, desde el otro lado. Como en un sueño, su cuerpo se movió por él, abriendo la puerta para descubrir el enigma. Entonces, en la ventana circular que había también en el cuarto del baño, lo vio.
Tocaba a la puerta con una aleta, y le mostraba su sonrisa dentada desde el otro lado del cristal. Era un tiburón. Un tiburón de verdad.
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
—Joder, ¡Shirosame! ¿¡Quieres abrir, coño ya! ¡Que nos van a despedir antes de empezar siquiera!
Era Kila, que le llamaba desde el otro lado de la puerta. Fue entonces cuando Kaido se dio cuenta. La gaviota; la ducha en el cuarto de baño; el tiburón… Todo había sido fruto de su imaginación. De sus sueños, que se negaban a abandonarle tan temprano.
Pero ahora, sin duda, había despertado.
Kaido pensó que le estaban tocando a la puerta, pero en realidad era una gaviota que casualmente picoteaba la ventana circular con interés. El gyojin decidió entonces que ya era hora de levantarse, y se dirigió con la mirada borrosa y dando tumbos hasta el cuarto del baño a darse una ducha.
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
Alguien llamaba a la jodida puerta del cuarto del baño mientras el agua corría por su cuerpo. Alguien impaciente, que quizá no pudiese esperar más por hacer de vientre o que, simplemente, quería que Kaido se apurase.
Cuando el shinobi al fin salió de la ducha, sin embargo, a nadie vio tras la puerta. El pasillo estaba completamente vacío, y no se oía ni un alma.
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
Kaido se sobresaltó. Tocaban a la puerta que acababa de cerrar, desde el otro lado. Como en un sueño, su cuerpo se movió por él, abriendo la puerta para descubrir el enigma. Entonces, en la ventana circular que había también en el cuarto del baño, lo vio.
Tocaba a la puerta con una aleta, y le mostraba su sonrisa dentada desde el otro lado del cristal. Era un tiburón. Un tiburón de verdad.
Toc, toc, toc. ¡Toc, toc, toc! ¡TOCTOCTOCTOC!
—Joder, ¡Shirosame! ¿¡Quieres abrir, coño ya! ¡Que nos van a despedir antes de empezar siquiera!
Era Kila, que le llamaba desde el otro lado de la puerta. Fue entonces cuando Kaido se dio cuenta. La gaviota; la ducha en el cuarto de baño; el tiburón… Todo había sido fruto de su imaginación. De sus sueños, que se negaban a abandonarle tan temprano.
Pero ahora, sin duda, había despertado.