25/02/2018, 22:35
Y él, le devolvió el saludo a aquel tiburón como si se tratase de algo normal. Le habló, incluso, diciéndole probablemente algo como: eh, primo, ¿cómo te tratan los mares del norte? pero éste no le respondió. En cambio, el retumbar de la puerta —la verdadera— le sacó de su psicodélico ensimismamiento, trayéndole de vuelta al plano de los vivos. Lejos de su sueño. Sintiéndose tan perdido como un náufrago en medio del vasto océano que rodea a todo oonindo.
—Joder, ¡Shirosame! ¿¡Quieres abrir, coño ya! ¡Que nos van a despedir antes de empezar siquiera!
Ahí lo supo. Que sencillamente se había quedado pegado a las sábanas. Y la fiera de Kila había venido a despertarle.
—Ya voy, coño, ¡ya voy! —dijo, pegando un brinco digno de un canguro. Echó un vistazo a su alrededor, y como bien pudo buscó una muda de ropa y se ató la melena en una cola, de nuevo. Luego, abrió su camarote.
Y sonrió.
—Espérame en la cocina, corro a lavarme los dientes y piro para allá.
Salió despedido como una saeta y se perdió hasta los linderos del baño, donde haría sus necesidades. Tenía unas ganas de mear agobiantes.
—¡Buenos días! —anunció, tras su llegada a donde estuvieran Kila y los demás esperándole.
—Joder, ¡Shirosame! ¿¡Quieres abrir, coño ya! ¡Que nos van a despedir antes de empezar siquiera!
Ahí lo supo. Que sencillamente se había quedado pegado a las sábanas. Y la fiera de Kila había venido a despertarle.
—Ya voy, coño, ¡ya voy! —dijo, pegando un brinco digno de un canguro. Echó un vistazo a su alrededor, y como bien pudo buscó una muda de ropa y se ató la melena en una cola, de nuevo. Luego, abrió su camarote.
Y sonrió.
—Espérame en la cocina, corro a lavarme los dientes y piro para allá.
Salió despedido como una saeta y se perdió hasta los linderos del baño, donde haría sus necesidades. Tenía unas ganas de mear agobiantes.
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—¡Buenos días! —anunció, tras su llegada a donde estuvieran Kila y los demás esperándole.