20/08/2015, 08:06
Tras caminar por un corto tramo de tiempo un golpe brusco detuvo al joven, este, que aunque caminaba lento lo hacía con firmeza, se había distraído mirando el piso de su recorrido, esquivando charcos y piedras flojas que pudieran jugarle una mala pasada, deambulaba casi dormitando, no obstante aquel choque lo hizo volver en sí y dar un paso hacia atrás.
Llevando las dos manos a la cara como reflejo de protección y casi sin observar el accidente exclamo – Pero fíjate por donde vas! Puedes sacar un ojo a alguien con ese paragu.- mientras volvía a re incorporarse, Ichiro no tuvo otra opción que congelar sus palabras, ya que cuando levanto su mirada, vio que su obstáculo con el que se había topado en su camino era una chica, pero no corriente, era nada más y nada menos que una chica de su academia, pudo identificarla fácilmente por su forma de vestir y su corte de cabello. Pero algo incomoda al muchacho, había muchos rumores de su poderío, aunque no fueran ciertos, de inmediato se sintió incomodado ante su presencia.
Ichiro seguía inmóvil sin saber bien que hacer mientras en su cara se dibujaba un rostro de asombro y miedo, pasaron unos segundos antes de que pudiera expresara alguna otra silaba –Tu ..Tu eres Ayame- tartamudeo mientras interponía los brazos entre ellos como forma de protección y daba pasos hacia atrás para tomar más distancia, los nervios del momento le ganaron y torpemente lo hicieron caer sentado sobre la calle. –So.. solo discúlpame! No fue mi intención- finalizo levantándose rápidamente en un temblor. En su cara una sonrisa forzada, dejando a la vista lo puntiagudo de sus dientes en un intento desesperado de disimular el momento de tensión, salió caminando rápido en dirección opuesta a la que venía en un principio.
Observaba de reojo hacia atrás por encima de su hombro derecho, asegurándose de que no lo siguiera. «No puede seeeer, pero si en la academia le quitaban hasta el dinero del almuerzo!» se reclamaba así mismo un poco enojado tratando de aplacar su cobardía. Recordando como en varias oportunidades había visto a otros chicos pasarse de listos con ella. Aunque por miedo nunca se había entrometido.
En el suelo del lugar del encuentro, una bolsa de color marrón que se le había caído al muchacho a causa del choque, sin darse cuenta la había dejado allí en el piso sin recoger, esta contenía los pocos ryos que Ichiro destinaba para su comida.
Un rayo cayó iluminando el lugar, las nubes negras cargadas y listas, pululaban por el cielo, dando aviso que el agua comenzaría a caer pronto y nuevamente sobre la villa de Amegakure, acompaño, luego de unos segundos, un tembloroso y aturdidor trueno.