28/02/2018, 03:38
Su antagonista, aún sin nombre, pareció sorprenderse de la respuesta del chico acerca de su motivo para viajar a Yachi. La verdad, tampoco es que ese tipo de tareas se hiciese frecuentemente. Normalmente los dojos predican su arte marcial tan solo a sus alrededores; muchos de éstos dojos ni tan siquiera aceptan discípulos, y otros tantos muchas veces ni enseñan sus artes al público. Quizás no era tan de extrañar la reacción del chico después de todo.
Éste puso sobre la mesa la tesis de que su padre había de estar chiflado para encargar a su hijo esa tarea. Razón no le faltaba, a su padre habían de faltarle unos cuantos tornillos, eso cuanto menos. A su ver, encargar a Etsu la tarea podía desencadenar serios problemas, como que los contrincantes buscasen una revancha, por ejemplo. Para el chico, podía buscarse el Inuzuka un montón de enemigos dispuestos a recuperar su honor.
—Si, a mi padre le faltan varios tornillos en la cabeza, eso no te lo puedo negar. Pero, soy el mejor combatiendo cuerpo a cuerpo del dojo, a excepción de mi padre y mi abuelo. Mi abuelo está en la cárcel, y mi padre tiene que continuar con las clases para los discípulos... así que soy el único que puede encargarse de la tarea. Es posible que me haga enemigos venciendo a los maestros de algunos dojos, pero si quieren demostrar el honor y la fuerza de sus estilos de lucha, tendrán que ir a encarar al maestro de mi dojo; mi padre. Eso significa que podrá volver a derrotarlos, y serán nuevos discípulos, o bien tendrán que reconocer que el Tekken es mejor.
Tras ello, el chico informó que su anterior avistamiento de un Inuzuka había sido por parte de un shinobi de la espiral. No tardó en preguntar si el clan estaba disperso. Mentir era absurdo, y no había porqué.
—Así es. El clan anda un tanto disperso, aunque supongo que será cosa de tiempo que vuelva a ser famoso. Al menos eso es lo que siempre dice mi padre.
El de cabellera violácea también añadió que el chico al que vio tenía unas marcas similares a las de Etsu en las mejillas, pero que en su caso eran un tanto mas curvas. Curioso, pues el chico Inuzuka del que hablaba pertenecía al remolino... ¿sería por eso? Además, al parecer el tipo llamaba a su perro "el Guardián de Uzushiogakure". Sin duda alguna, sonaba a algo típico de un Inuzuka. Parecía ser que todos y cada uno de ellos —a su manera— estaban mas que orgullosos de su sangre, y estaban dispuestos a vacilar de ello.
—Curioso... —inquirió —seguramente te tomaba el pelo.
»Para nosotros no son simples perros, son como un hermano. Seguro que tenía un nombre, y un apellido. O no te lo quiso decir, o bien no quería que lo supieses... no creo que las costumbres del clan cambien tanto de un país a otro.
Éste puso sobre la mesa la tesis de que su padre había de estar chiflado para encargar a su hijo esa tarea. Razón no le faltaba, a su padre habían de faltarle unos cuantos tornillos, eso cuanto menos. A su ver, encargar a Etsu la tarea podía desencadenar serios problemas, como que los contrincantes buscasen una revancha, por ejemplo. Para el chico, podía buscarse el Inuzuka un montón de enemigos dispuestos a recuperar su honor.
—Si, a mi padre le faltan varios tornillos en la cabeza, eso no te lo puedo negar. Pero, soy el mejor combatiendo cuerpo a cuerpo del dojo, a excepción de mi padre y mi abuelo. Mi abuelo está en la cárcel, y mi padre tiene que continuar con las clases para los discípulos... así que soy el único que puede encargarse de la tarea. Es posible que me haga enemigos venciendo a los maestros de algunos dojos, pero si quieren demostrar el honor y la fuerza de sus estilos de lucha, tendrán que ir a encarar al maestro de mi dojo; mi padre. Eso significa que podrá volver a derrotarlos, y serán nuevos discípulos, o bien tendrán que reconocer que el Tekken es mejor.
Tras ello, el chico informó que su anterior avistamiento de un Inuzuka había sido por parte de un shinobi de la espiral. No tardó en preguntar si el clan estaba disperso. Mentir era absurdo, y no había porqué.
—Así es. El clan anda un tanto disperso, aunque supongo que será cosa de tiempo que vuelva a ser famoso. Al menos eso es lo que siempre dice mi padre.
El de cabellera violácea también añadió que el chico al que vio tenía unas marcas similares a las de Etsu en las mejillas, pero que en su caso eran un tanto mas curvas. Curioso, pues el chico Inuzuka del que hablaba pertenecía al remolino... ¿sería por eso? Además, al parecer el tipo llamaba a su perro "el Guardián de Uzushiogakure". Sin duda alguna, sonaba a algo típico de un Inuzuka. Parecía ser que todos y cada uno de ellos —a su manera— estaban mas que orgullosos de su sangre, y estaban dispuestos a vacilar de ello.
—Curioso... —inquirió —seguramente te tomaba el pelo.
»Para nosotros no son simples perros, son como un hermano. Seguro que tenía un nombre, y un apellido. O no te lo quiso decir, o bien no quería que lo supieses... no creo que las costumbres del clan cambien tanto de un país a otro.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~