1/03/2018, 12:58
—Ah, lástima. Yo tampoco he peleado contra ninguno todavía. Lo más cerca que he estado fue durante el Torneo de los Dojos, pero al final sólo pude medir mis habilidades contra gente de mi propia Villa o de la tuya —se lamentó el Uchiha. Después de ver de lo que era capaz Juro, pensó que le habría gustado pelear contra un kusajin—. Creo que uno de ellos incluso llegó a la semifinal. Ah, una lástima, supongo que dentro de poco ya no se me permitirá participar en estas competiciones...
Dejó la frase en el aire y la acompañó de una sonrisa de suficiencia. Quedaba a discrección de Keisuke el cómo interpretar aquello, pero la verdad era que Akame iba a presentarse al Examen de ascenso a rango chuunin muy pronto, y dudaba que un ninja de rango medio tuviera permitido inscribirse en torneos para genin.
Aquel aire de expectación desapareció tan pronto como Keisuke le habló de su reciente pérdida. Estando en la situación que estaba, Akame fue capaz de empatizar con el de Ame; y aquello le puso inexplicablemente furioso. «Todavía duele demasiado...» Un ninja debía dejar atrás todo rastro de sentimiento para endurecerse, como roca caliza. No había lágrimas. No había corazón en el pecho.
—Un ninja se despoja de todo sentimiento —replicó, de repente, y sus palabras reflejaron la rabia que sentía contra sí mismo por no poder cumplir aquel mandato—. Solo nos hacen más débiles.
Así pues, se puso en posición de guardia y activó su Sharingan. Al otro lado de los diez metros que les separaban, Keisuke podría ver como en el rostro del Uchiha ahora brillaban dos canicas del color de la sangre, con tres aspas negras alrededor de las pupilas.
—Vamos, Keisuke-san. No te contengas... Yo no pienso hacerlo.
Dejó la frase en el aire y la acompañó de una sonrisa de suficiencia. Quedaba a discrección de Keisuke el cómo interpretar aquello, pero la verdad era que Akame iba a presentarse al Examen de ascenso a rango chuunin muy pronto, y dudaba que un ninja de rango medio tuviera permitido inscribirse en torneos para genin.
Aquel aire de expectación desapareció tan pronto como Keisuke le habló de su reciente pérdida. Estando en la situación que estaba, Akame fue capaz de empatizar con el de Ame; y aquello le puso inexplicablemente furioso. «Todavía duele demasiado...» Un ninja debía dejar atrás todo rastro de sentimiento para endurecerse, como roca caliza. No había lágrimas. No había corazón en el pecho.
—Un ninja se despoja de todo sentimiento —replicó, de repente, y sus palabras reflejaron la rabia que sentía contra sí mismo por no poder cumplir aquel mandato—. Solo nos hacen más débiles.
Así pues, se puso en posición de guardia y activó su Sharingan. Al otro lado de los diez metros que les separaban, Keisuke podría ver como en el rostro del Uchiha ahora brillaban dos canicas del color de la sangre, con tres aspas negras alrededor de las pupilas.
—Vamos, Keisuke-san. No te contengas... Yo no pienso hacerlo.