20/08/2015, 12:28
El chico parecía tener ganas de fardar, le soltó algo sobre que muerto se sufría menos y que los demás se negaban a ser "salvados". Sin lugar a dudas estaba un pelín tocado el pobre, pero a Sayaka no le importaba lo más mínimo, si encontraba la motivación por la que se movía podría usarlo como usaba a Kaori. Así que siguió escuchando mientras saboreaba su helado.
No tardó mucho tiempo más en descubrir por qué debía de tenerle miedo y la verdad, es que la razón fue decepcionante.
"Dos muertes... si el abuelo contase las suyas..." pensó la pequeña mientras el chico seguía con sus palabras
—Ajá— contestó la pequeña con indiferencia dando otra cucharada a su helado —ahora entiendo por qué esta panda de débiles te teme— señaló la pequeña que devolvía la mirada a su interlocutor sin pestañear —Aunque no te quito mérito, dos muertes están muy bien para tener ¿cuánto? ¿16? ¿17 años?— comenzó la chica con tranquilidad —Me gusta la gente como tú, lamentablemente hay muy poca en este aldea... demasiada paz dice mi abuelo—
La pequeña fue a dar de nuevo una cucharada pero su helado se había volatilizado, frunció el ceño y giró la cabeza en dirección a su muñeca que permanecía de pie
—Muy mal Kaori, te has comido todo mi helado— regañó la pequeña —pero no importa, te perdono por esta vez sí me traes otro para mí y otro para Blanquito— la muñeca asintió y se fue en dirección a la barra. Sayaka ya había estado allí antes y el camarero sabía perfectamente lo que debía de hacer, y era: seguirle el juego —Bueno, hay algo que me gustaría preguntarte— la chica devolvió la mirada a la pescadilla de ojos bipolares —Hablabas de salvar a la gente, ¿a qué te referías exactamente?— le lanzó la pregunta, tratando de ahondar más en la psicología de aquel extraño y divertido muchacho
No tardó mucho tiempo más en descubrir por qué debía de tenerle miedo y la verdad, es que la razón fue decepcionante.
"Dos muertes... si el abuelo contase las suyas..." pensó la pequeña mientras el chico seguía con sus palabras
—Ajá— contestó la pequeña con indiferencia dando otra cucharada a su helado —ahora entiendo por qué esta panda de débiles te teme— señaló la pequeña que devolvía la mirada a su interlocutor sin pestañear —Aunque no te quito mérito, dos muertes están muy bien para tener ¿cuánto? ¿16? ¿17 años?— comenzó la chica con tranquilidad —Me gusta la gente como tú, lamentablemente hay muy poca en este aldea... demasiada paz dice mi abuelo—
La pequeña fue a dar de nuevo una cucharada pero su helado se había volatilizado, frunció el ceño y giró la cabeza en dirección a su muñeca que permanecía de pie
—Muy mal Kaori, te has comido todo mi helado— regañó la pequeña —pero no importa, te perdono por esta vez sí me traes otro para mí y otro para Blanquito— la muñeca asintió y se fue en dirección a la barra. Sayaka ya había estado allí antes y el camarero sabía perfectamente lo que debía de hacer, y era: seguirle el juego —Bueno, hay algo que me gustaría preguntarte— la chica devolvió la mirada a la pescadilla de ojos bipolares —Hablabas de salvar a la gente, ¿a qué te referías exactamente?— le lanzó la pregunta, tratando de ahondar más en la psicología de aquel extraño y divertido muchacho