20/08/2015, 13:51
Para sorpresa del albino, la pequeña apenas pareció inmutarse del problema. Para ella pareció lo mas normal del mundo el haber eliminado a un par de personas, de hecho, ni pestañeó afirmando que estaba bien para la edad del chico el haber liberado ya a un par. El detalle era impactante, puesto que no sabía si su actitud era buena o mala. Debía tenerle algo de temor, cualquier niña habría salido corriendo... ¿Por qué ella no? No aparentaba mas de 10 años... ¿Por qué se hacía ver tan valiente? Eso no la iba a llevar por buen camino, no señor.
Lo peor de todo llegó cuando comentó que le gustaba la gente como él, aunque lamentablemente en esa aldea pocos habían. Al parecer su abuelo odiaba la paz y la armonía, y habría sin duda pasado esa opinión a su pequeña nieta. Fuera así o no, tan solo llegaba a una conclusión. Podía caerle bien, pero ella a él no le gustaba nada, al igual que ninguna persona.
—Entiendo...— Se limitó a decir de manera fría y alejada.
Cuando fue a dar una nueva cucharada, su helado pareció llegar al final. Lejos de dejar la cuchara y continuar con otra cosa, la chica culpó a su muñeca de haberse terminado el helado, así como le ordenó ir a por una nueva copa, y que de paso le trajese una copa de helado también al albino. Con desdén, el chico observó como esa muñeca se movía hacia la barra, buscando ser atendida como si de una persona se tratase.
Sin esperar demasiado, la rubia saltó con una pregunta quizás demasiado atrevida. Evidentemente, el chico había aprendido a base de castigos que no estaba bien exteriorizar sus ideas del todo, así pues, era remota la posibilidad de que dijese todo lo que sentía. Menos aún a una pequeña de 10 años... ¿qué iba a saber ella?
El chico devolvió su mirada a la pequeña, y volvió a embestir con su sonrisa.
—Cuando mueres, vas al cielo. Allí estás a salvo, ¿no?—
Sus palabras fueron concisas y mas que medidas, tampoco quería que la chica indagase demasiado. Si había hablado de sus actos, era para que supiese quien era y porqué no debía juntarse con él... no para ser un mono de circo.
Lo peor de todo llegó cuando comentó que le gustaba la gente como él, aunque lamentablemente en esa aldea pocos habían. Al parecer su abuelo odiaba la paz y la armonía, y habría sin duda pasado esa opinión a su pequeña nieta. Fuera así o no, tan solo llegaba a una conclusión. Podía caerle bien, pero ella a él no le gustaba nada, al igual que ninguna persona.
—Entiendo...— Se limitó a decir de manera fría y alejada.
Cuando fue a dar una nueva cucharada, su helado pareció llegar al final. Lejos de dejar la cuchara y continuar con otra cosa, la chica culpó a su muñeca de haberse terminado el helado, así como le ordenó ir a por una nueva copa, y que de paso le trajese una copa de helado también al albino. Con desdén, el chico observó como esa muñeca se movía hacia la barra, buscando ser atendida como si de una persona se tratase.
Sin esperar demasiado, la rubia saltó con una pregunta quizás demasiado atrevida. Evidentemente, el chico había aprendido a base de castigos que no estaba bien exteriorizar sus ideas del todo, así pues, era remota la posibilidad de que dijese todo lo que sentía. Menos aún a una pequeña de 10 años... ¿qué iba a saber ella?
El chico devolvió su mirada a la pequeña, y volvió a embestir con su sonrisa.
—Cuando mueres, vas al cielo. Allí estás a salvo, ¿no?—
Sus palabras fueron concisas y mas que medidas, tampoco quería que la chica indagase demasiado. Si había hablado de sus actos, era para que supiese quien era y porqué no debía juntarse con él... no para ser un mono de circo.