12/03/2018, 19:32
Tal y como Akame esperaba, su rival no le soltó prenda acerca del Byakugan. «Bueno, tampoco puedo culparle por no ir desvelando los secretos de un Kekkei Genkai de su Aldea así como así... Aunque si realmente sabe algo, estaría bien sacárselo», reflexionó el Uchiha. Hacía tiempo que el Dōjutsu de Daruu le intrigaba de sobremanera por sus singulares y misteriosas capacidades. Así, el entrenamiento acababa de ganar un aliciente para Akame...
—Hagamos algo —dijo el Uchiha—. Si te gano, me cuentas lo que sabes del Byakugan. Si tú ganas... Yo te diré el nombre de mi Dōjutsu.
El amejin avanzaba lentamente ante la mirada atenta de Akame. Entonces su Sharingan captó cómo los músculos del brazo derecho de Keisuke se contraían bruscamente, indicando que iba a realizar un movimiento hacia delante; probablemente para lanzar algo. El Uchiha flexionó las rodillas y siguió con la vista la trayectoria de un objeto pequeño y oscuro, que impactó en el suelo entre ambos. «Kemuridama».
Con un estallido, la bomba de gas cubrió el área central del tatami con una humeante cortina negra. Keisuke se aproximaría hacia ese mismo punto haciendo sellos pero, para su sorpresa, pronto podría comprobar que el propio humo se le venía encima. En apenas unos instantes él mismo estuvo inmerso en la cortina de gas que se le metía en los ojos, y le impedía ver o respirar. Probablemente también le provocaría una incontrolable tos.