30/03/2018, 22:30
La Senju fue la primera en acercarse al lugar tras una salida apurada de la ciudad. Con velocidad llegó al punto marcado en el mapa sin muchos problemas de orientación, las referencias eran grandes y claras y nadie se podía perder en un camino tan simple. Árboles a un lado y un pequeño precipicio hacían de punta en una baja colina que tenía, bastante cerca, los altos y arruinados edificios de lo que fue una ciudad gigante.
Sin embargo, varios minutos pasó en soledad bajo la lluvia- o cubierta bajo protección arbórea- hasta que voces se escucharon a lo lejos. Provenían de lo profundo de la arboleda y discutían calmadamente sobre cosas inentendibles. Lo único reconocible, era una única voz gruesa rodeada de tonos agudos y femeninos.
Cuatro sombras hicieron acto de presencia, cuatro personas cubiertas completamente con túnicas negras y encapuchadas, y se colocaron firmes en aquel pequeño claro con vista a la ciudad fantasma. La kunoichi no podría decir si lo hicieron a próposito o eran despistados, o incluso si estaban demasiados metidos en su conversación, pero bien podrían haberla pasado por al lado que esas tres figuras ni se hubieran enterado de su presencia.
—¡UNA TORTUGA, UNA PUTA TORTUGA ARRIBA DE UN LEÓN!— fue lo único que podría llegar a entender de aquella voz exageradamente gruesa que se podía identificar con la persona más alta del cuarteto.
El calvo había llegado unos segundos más tarde a que esas personas terminasen de caminar y se pusieran en ronda cerca del pequeño acantilado. Había escuchado el mismo grito grave que su compatriota, pero este estaba firmemente escondido tras un árbol que tenía un par de arbustos que lo cubrían. Cauto, decidió observar ante la duda de la carta y la duda de aquella extraña situación.
Sin embargo, varios minutos pasó en soledad bajo la lluvia- o cubierta bajo protección arbórea- hasta que voces se escucharon a lo lejos. Provenían de lo profundo de la arboleda y discutían calmadamente sobre cosas inentendibles. Lo único reconocible, era una única voz gruesa rodeada de tonos agudos y femeninos.
Cuatro sombras hicieron acto de presencia, cuatro personas cubiertas completamente con túnicas negras y encapuchadas, y se colocaron firmes en aquel pequeño claro con vista a la ciudad fantasma. La kunoichi no podría decir si lo hicieron a próposito o eran despistados, o incluso si estaban demasiados metidos en su conversación, pero bien podrían haberla pasado por al lado que esas tres figuras ni se hubieran enterado de su presencia.
—¡UNA TORTUGA, UNA PUTA TORTUGA ARRIBA DE UN LEÓN!— fue lo único que podría llegar a entender de aquella voz exageradamente gruesa que se podía identificar con la persona más alta del cuarteto.
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El calvo había llegado unos segundos más tarde a que esas personas terminasen de caminar y se pusieran en ronda cerca del pequeño acantilado. Había escuchado el mismo grito grave que su compatriota, pero este estaba firmemente escondido tras un árbol que tenía un par de arbustos que lo cubrían. Cauto, decidió observar ante la duda de la carta y la duda de aquella extraña situación.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘