5/04/2018, 13:01
« No te pongas nervioso. No te pongas nervioso. Seguro que no es nada »
Juro se ajustó los pantalones con dificultad. Las piernas le temblaban y así era muy difícil hacer nada. Se puso a duras penas la camisa y su equipación ninja — un rato antes, había estado somnoliento y tirado en su cama, totalmente despreocupado — y se preparó para salir.
«Morikage-sama quiere algo de mí. ¿Qué puede ser? ¿Será algo urgente? ¿Tan urgente que no puede esperar ni al día? »
Desde luego, se había espabilado de golpe cuando habían llamado a su puerta, en plena noche, y le habían comunicado que tenía que presentarse en el edificio de su Kage en ese momento. Juro no conocía exactamente los motivos, pero estaba muy exaltado por tan repentina noticia.
Era vergonzoso. Pero era la primera vez que hablaría cara a cara con su Kage. Sentía miedo, pero también nerviosismo, y no del todo malo. Estaba expectante por ver que estaba pasando. Era como una mezcla que amenazaba con revolver su estómago.
« Él me vio pelear en el torneo de los dojos. Pero fue hace mucho, y no es que llegase a destacar mucho. ¿Por qué me llama? ¿Hice algo malo? »
Se quedó bloqueado unos segundos, pero finalmente, recogió su bandana y se la colocó. Ya estaba listo para salir. Y le estaban esperando, de hecho. Eso era un punto a su favor. Si ahora mismo se llegase a perder por la villa, de noche, con el Kage esperando por él, se querría morir.
Sin embargo, unos nudillos llamaron a su puerta. La respiración de Juro se contrajo, pero se relajó cuando vio que solo era Katsue, su hermana. Lucía un kimono rojizo, y tenía el pelo rubio recogido en una coleta. Estaba somnolienta también, y la había despertado la visita. Juro pensó que probablemente su abuela Furui, estaría durmiendo en ese momento.
— Juro. ¿Estás listo? — preguntó. Juro notó que ella tampoco parecía estar muy tranquila, pero lo disimulaba como podía —. No hagas esperar a Morikage-sama.
— Si, ahora mismo me marcho — dijo, mientras hacía un repaso mental de todo lo que llevaba, por si se dejaba algo. Tal era la perturbación que tenía —. Si, lo tengo todo.
— ¿Estas nervioso?
— Un poco — admitió el chico.
— ¿Un poco? — preguntó su hermana, esbozando una sonrisa —. Te tiemblan las piernas como un pollo, chaval.
— No tengo tiempo para esto. Me voy — Por él, se habría puesto a discutir con ella en ese mismo momento. Pero no quería tardar. Ni que se le escuchase.
— Sea lo que sea, se prudente y muestra respeto. Vas a estar ante nuestro líder — le recordó su hermana.
— ¡No me pongas más nervioso!
Katsue le dio una palmadita en la espalda y le dejó marchar. Aun así, no pudo evitar sentirse inquieta. Ella también se preguntaba que estaba ocurriendo.
Pronto, Juro lo descubriría.
La luna llena brillaba sobre la villa. Kusagakure se alzaba en todo su esplendor, oscura y misteriosa, bañada por una espesa oscuridad. Si Juro no hubiera estado tan nervioso, podría haber disfrutado del camino. Era una noche poética.
Pero no estaba para poemas. Juro entró al dojo, que constituía el edificio del Morikage, acompañado por su guía. Juro comprobó que la estancia estaba iluminada por farolillos, que daban un aspecto ligeramente tétrico. Aunque fuese un dato menor, también era la primera vez que se presentaba de noche en el edificio. Pudo ver el mostrador y las fotos e imágenes de siempre —llenas de imágenes de la villa— pero ni eso le tranquilizó.
A la derecha del mostrador, tomó las escaleras y tal y como se le indicó, subió hasta la última planta. Ahí se encontraba el despacho del Morikage. Y a partir de él, la azotea. El lugar donde se le reclamaba.
« Venga, Juro. Venga. Demuestra que no eres un cobarde » — Tal era su nerviosismo que no fue hasta llegar al último piso, cuando se dio cuenta de que estaba completamente solo. Ya nadie le respaldaba.
En la azotea, se encontró con el gran tatami. Y sentado, vistiendo unas ropas casuales, de color azul marino, el líder de su aldea. Su figura no le pareció, ni mucho menos, poco intimidante. Estaba ante Morikage-sama.
— B-Buenas noches, Morikage-sama — dijo. Trató de que su voz no mostrase su nerviosismo. Falló —. Soy Eikyu Juro.
¿Tenía que decir algo más? ¿Se dejaba algo?
« La reverencia, idiota. La reverencia » — se reprendió, así mismo. Pudo imaginar a su hermana, dándole un puñetazo por su fallo.
Juro ejecutó el símbolo de respeto, que él creía necesario, cuando se presentaba ante un hombre de tal calibre. Y esperó, con los nervios a flor de piel.
Juro se ajustó los pantalones con dificultad. Las piernas le temblaban y así era muy difícil hacer nada. Se puso a duras penas la camisa y su equipación ninja — un rato antes, había estado somnoliento y tirado en su cama, totalmente despreocupado — y se preparó para salir.
«Morikage-sama quiere algo de mí. ¿Qué puede ser? ¿Será algo urgente? ¿Tan urgente que no puede esperar ni al día? »
Desde luego, se había espabilado de golpe cuando habían llamado a su puerta, en plena noche, y le habían comunicado que tenía que presentarse en el edificio de su Kage en ese momento. Juro no conocía exactamente los motivos, pero estaba muy exaltado por tan repentina noticia.
Era vergonzoso. Pero era la primera vez que hablaría cara a cara con su Kage. Sentía miedo, pero también nerviosismo, y no del todo malo. Estaba expectante por ver que estaba pasando. Era como una mezcla que amenazaba con revolver su estómago.
« Él me vio pelear en el torneo de los dojos. Pero fue hace mucho, y no es que llegase a destacar mucho. ¿Por qué me llama? ¿Hice algo malo? »
Se quedó bloqueado unos segundos, pero finalmente, recogió su bandana y se la colocó. Ya estaba listo para salir. Y le estaban esperando, de hecho. Eso era un punto a su favor. Si ahora mismo se llegase a perder por la villa, de noche, con el Kage esperando por él, se querría morir.
Sin embargo, unos nudillos llamaron a su puerta. La respiración de Juro se contrajo, pero se relajó cuando vio que solo era Katsue, su hermana. Lucía un kimono rojizo, y tenía el pelo rubio recogido en una coleta. Estaba somnolienta también, y la había despertado la visita. Juro pensó que probablemente su abuela Furui, estaría durmiendo en ese momento.
— Juro. ¿Estás listo? — preguntó. Juro notó que ella tampoco parecía estar muy tranquila, pero lo disimulaba como podía —. No hagas esperar a Morikage-sama.
— Si, ahora mismo me marcho — dijo, mientras hacía un repaso mental de todo lo que llevaba, por si se dejaba algo. Tal era la perturbación que tenía —. Si, lo tengo todo.
— ¿Estas nervioso?
— Un poco — admitió el chico.
— ¿Un poco? — preguntó su hermana, esbozando una sonrisa —. Te tiemblan las piernas como un pollo, chaval.
— No tengo tiempo para esto. Me voy — Por él, se habría puesto a discutir con ella en ese mismo momento. Pero no quería tardar. Ni que se le escuchase.
— Sea lo que sea, se prudente y muestra respeto. Vas a estar ante nuestro líder — le recordó su hermana.
— ¡No me pongas más nervioso!
Katsue le dio una palmadita en la espalda y le dejó marchar. Aun así, no pudo evitar sentirse inquieta. Ella también se preguntaba que estaba ocurriendo.
Pronto, Juro lo descubriría.
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La luna llena brillaba sobre la villa. Kusagakure se alzaba en todo su esplendor, oscura y misteriosa, bañada por una espesa oscuridad. Si Juro no hubiera estado tan nervioso, podría haber disfrutado del camino. Era una noche poética.
Pero no estaba para poemas. Juro entró al dojo, que constituía el edificio del Morikage, acompañado por su guía. Juro comprobó que la estancia estaba iluminada por farolillos, que daban un aspecto ligeramente tétrico. Aunque fuese un dato menor, también era la primera vez que se presentaba de noche en el edificio. Pudo ver el mostrador y las fotos e imágenes de siempre —llenas de imágenes de la villa— pero ni eso le tranquilizó.
A la derecha del mostrador, tomó las escaleras y tal y como se le indicó, subió hasta la última planta. Ahí se encontraba el despacho del Morikage. Y a partir de él, la azotea. El lugar donde se le reclamaba.
« Venga, Juro. Venga. Demuestra que no eres un cobarde » — Tal era su nerviosismo que no fue hasta llegar al último piso, cuando se dio cuenta de que estaba completamente solo. Ya nadie le respaldaba.
En la azotea, se encontró con el gran tatami. Y sentado, vistiendo unas ropas casuales, de color azul marino, el líder de su aldea. Su figura no le pareció, ni mucho menos, poco intimidante. Estaba ante Morikage-sama.
— B-Buenas noches, Morikage-sama — dijo. Trató de que su voz no mostrase su nerviosismo. Falló —. Soy Eikyu Juro.
¿Tenía que decir algo más? ¿Se dejaba algo?
« La reverencia, idiota. La reverencia » — se reprendió, así mismo. Pudo imaginar a su hermana, dándole un puñetazo por su fallo.
Juro ejecutó el símbolo de respeto, que él creía necesario, cuando se presentaba ante un hombre de tal calibre. Y esperó, con los nervios a flor de piel.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60