5/04/2018, 18:46
Akame no dio su brazo a torcer en ningún momento, por lo que no seguí insistiendo con el tema de la confianza, así que ese tema quedaría cerrado por completo. —No es moral aprovecharse de situaciones relacionadas con salud para beneficiarse económicamente de ello, en ocasiones la gratitud de las personas es el mejor pago.— Comenté para concluir con ese tópico también, seguramente el pelinegro se daría cuenta de mi desacuerdo con cobrar por algún proceder como ese.
—¿Conoces las Llanuras del hielo?— Por simple curiosidad pregunté aquello. —Bueno, fue cuestión de suerte o el destino, no sabría bien que decir, pero ahí coincidí con Koutetsu.— Expliqué brevemente, ahora mismo no estaba observando directamente a Akame, mi mirada yacía en el horizonte, y mi mente recordaba detalles de aquel viaje. —Fuimos a un pueblo en dónde inaugurarían un hotel, eran unos días de vacaciones que tuve, pero eso no es muy relevante; lo importante era que en esas tierras habían vivido una raza de aborigenes hacia muchos años, aparentemente cuando fue el tiempo de las guerras muchas personas se vieron desplazadas y algunos llegaron a esas islas, ahí tuvieron unas batallas con los nativos, según tengo entendido fue una guerra que duró bastante tiempo y finalmente con ayuda de unos miembros de Clan Sarutobi lograron ganar la potestad.— Hice la primera pausa. —El punto es que se creía que esos seres estaban extintos o algo por el estilo, como agradecimiento los miembros de dicho clan obtuvieron puestos importantes en la ciudad, y todo transcurrió pacíficamente, no obstante, la verdad oculta tras todo era verdaderamente atroz.— Vino a mi mente los descubrimientos que habíamos hecho.
—Koutetsu y yo estábamos ajenos a lo que ocurría detrás del telón, nos vimos envueltos en una guerra, los nativos reclamaba lo que por ley les pertenecía, y vaya que eran fuertes, tenían unas condiciones físicas y un poder excepcional. Según nos contó uno de los miembros del clan Sarutobi, ellos nunca exterminaron a los Seltkalt, los redujeron y les permitían hacer asaltos en el pueblo para poder vencerlos nuevamente y quedarse con la gloria, los tenían aparentemente acorralados, encerrados y simplemente los utilizaban para sus beneficios... El clan Sarutobi fue perdiendo poder y número de miembros hasta reducirse prácticamente a un solo miembro apto para hacer frente a ellos, y fue justo en ese momento en que nosotros estábamos ahí que la guerra estalló.—
Las imágenes venían a mi mente con cierta facilidad, el encuentro con la princesa, cuando preparamos las bombas de aceite y la brea, nosotros derrotando el primer guerrero y también rodeado del ejercito de cadáveres. —Afortunadamente ese miembro de los Sarutobi era excepcional y pudo hacerles frente, por un momento pensé que moriría ahí.— Dejé de recordar aquellas escenas y miré entonces las orbes negras de mi acompañante. —Koutetsu y yo nos apoyamos, salimos con vida al trabajar en equipo y nos marchamos cuando tuvimos la oportunidad.—
—¿Has tenido algún encuentro interesante con algún miembro de mi aldea?— Mostré interés para saber sí él tenía algo que contar.
—¿Conoces las Llanuras del hielo?— Por simple curiosidad pregunté aquello. —Bueno, fue cuestión de suerte o el destino, no sabría bien que decir, pero ahí coincidí con Koutetsu.— Expliqué brevemente, ahora mismo no estaba observando directamente a Akame, mi mirada yacía en el horizonte, y mi mente recordaba detalles de aquel viaje. —Fuimos a un pueblo en dónde inaugurarían un hotel, eran unos días de vacaciones que tuve, pero eso no es muy relevante; lo importante era que en esas tierras habían vivido una raza de aborigenes hacia muchos años, aparentemente cuando fue el tiempo de las guerras muchas personas se vieron desplazadas y algunos llegaron a esas islas, ahí tuvieron unas batallas con los nativos, según tengo entendido fue una guerra que duró bastante tiempo y finalmente con ayuda de unos miembros de Clan Sarutobi lograron ganar la potestad.— Hice la primera pausa. —El punto es que se creía que esos seres estaban extintos o algo por el estilo, como agradecimiento los miembros de dicho clan obtuvieron puestos importantes en la ciudad, y todo transcurrió pacíficamente, no obstante, la verdad oculta tras todo era verdaderamente atroz.— Vino a mi mente los descubrimientos que habíamos hecho.
—Koutetsu y yo estábamos ajenos a lo que ocurría detrás del telón, nos vimos envueltos en una guerra, los nativos reclamaba lo que por ley les pertenecía, y vaya que eran fuertes, tenían unas condiciones físicas y un poder excepcional. Según nos contó uno de los miembros del clan Sarutobi, ellos nunca exterminaron a los Seltkalt, los redujeron y les permitían hacer asaltos en el pueblo para poder vencerlos nuevamente y quedarse con la gloria, los tenían aparentemente acorralados, encerrados y simplemente los utilizaban para sus beneficios... El clan Sarutobi fue perdiendo poder y número de miembros hasta reducirse prácticamente a un solo miembro apto para hacer frente a ellos, y fue justo en ese momento en que nosotros estábamos ahí que la guerra estalló.—
Las imágenes venían a mi mente con cierta facilidad, el encuentro con la princesa, cuando preparamos las bombas de aceite y la brea, nosotros derrotando el primer guerrero y también rodeado del ejercito de cadáveres. —Afortunadamente ese miembro de los Sarutobi era excepcional y pudo hacerles frente, por un momento pensé que moriría ahí.— Dejé de recordar aquellas escenas y miré entonces las orbes negras de mi acompañante. —Koutetsu y yo nos apoyamos, salimos con vida al trabajar en equipo y nos marchamos cuando tuvimos la oportunidad.—
—¿Has tenido algún encuentro interesante con algún miembro de mi aldea?— Mostré interés para saber sí él tenía algo que contar.