7/04/2018, 23:38
«¿"Todo el día lloviendo" y "genial" deberían ir en la misma frase?» cuestionó Akame para sus adentros. No lo verbalizó; sabía cómo de sensibles podían ser los amejin con quien criticara la peculiar climatología de su Aldea. En lugar de eso, se limitó a asentir con una sonrisa.
—Bueno, en Uzushiogakure suele hacer Sol casi todo el año, y el efecto regulador del mar en las temperaturas nos asegura que el termómetro nunca baja demasiado... —admitió, con una carcajada.
Luego se colocó un pitillo en los labios y lo encendió con ayuda de una canica ígnea que apareció en su mano derecha al chasquear los dedos. La cabeza del cigarrillo se prendió de color naranja intenso y el Uchiha dio una honda calada, dejando que el humo amargo inundase sus pulmones.
—Sé que es malo para mí, pero... Le he cogido cariño a estos pequeños cabrones —confesó—. Dale, prueba uno. Aunque te advierto que no es para todo el mundo.
Nuevamente le alargó la cajetilla de tabaco al amejin. Si Keisuke tomaba uno, Akame se dispondría a explicarle el simple mecanismo a través del cual uno podía llenarse los pulmones con aquella basura.
—Es simple. Te lo pones en los labios, aspiras con fuerza en la boquilla y luego te lo separas. Entonces aspiras un poco de aire para que el humo entre... Y lo sueltas —ilustró la explicación dándole él mismo una suave pitada a su propio cigarrillo.
—Bueno, en Uzushiogakure suele hacer Sol casi todo el año, y el efecto regulador del mar en las temperaturas nos asegura que el termómetro nunca baja demasiado... —admitió, con una carcajada.
Luego se colocó un pitillo en los labios y lo encendió con ayuda de una canica ígnea que apareció en su mano derecha al chasquear los dedos. La cabeza del cigarrillo se prendió de color naranja intenso y el Uchiha dio una honda calada, dejando que el humo amargo inundase sus pulmones.
—Sé que es malo para mí, pero... Le he cogido cariño a estos pequeños cabrones —confesó—. Dale, prueba uno. Aunque te advierto que no es para todo el mundo.
Nuevamente le alargó la cajetilla de tabaco al amejin. Si Keisuke tomaba uno, Akame se dispondría a explicarle el simple mecanismo a través del cual uno podía llenarse los pulmones con aquella basura.
—Es simple. Te lo pones en los labios, aspiras con fuerza en la boquilla y luego te lo separas. Entonces aspiras un poco de aire para que el humo entre... Y lo sueltas —ilustró la explicación dándole él mismo una suave pitada a su propio cigarrillo.