25/08/2015, 01:49
La experiencia había dejado un poco aturdido al muchacho, luego de caminar un tramo se detuvo. Las manos se le habían enfriado y lo aprovechaba para posarlas sobre su cara para refrescar lo caliente de su piel y específicamente sus ojos, las primeras gotas ya empezaban a realizar percusiones en los diferentes materiales de los techos de las casas, la calle y algunos charcos que ya estaban.
Tras templar las temperaturas que tenían sus manos con su cara se desperezo, sacando a fuera un pequeño bostezo, que si alguien hubiera estado cerca del lugar lo hubiera escuchado sin problemas.
Ichiro volvió la mirada perdida al cielo, dejando que algunas gotas frías cayeran sobre su cara, volvió a girar sus ojos hacia la muchedumbre «Sinceramente debería ir a hacer las compras antes de seguir perdiendo el tiempo» Reflexiono, aunque unos gritos rompieron su pensamientos, una voz conocida lo hizo girar sobre si, quedando opuesto hacia donde estaba mirando, a lo lejos, se podía apreciar una persona vestida de azul, entrecerró los ojos para tratar de ver mejor, lo que pudo visualizar lo había dejado helado, era nuevamente la muchacha que intentaba llamarle la atención «Mierda!» mientras trago aire frio de una manera tan repentina como el agua de un rio que corre a toda velocidad.
Los ojos abiertos de par en par y un instinto que prácticamente lo obligaban a salir corriendo. «¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?» repetía eufórico el shinobi mientras apretaba los blancos y afilados dientes y observaba a la genin acercándose a su posición.
Intento caminar de forma rápida en primer lugar, pero la velocidad con la que la muchacha se aproximaba era tan grande, que al dar tres o cuatro pasos no dudo también en echarse a correr.
Su respiración había cambiado totalmente ahora era mucho más rápida y agitada, mientras seguía analizando sobre su hombro que la muchacha reducía distancia entre ellos. Un calor le invadía mientras recibía algunos insultos por los atropellos que cometía, por la insistencia de escapar, estaba chocando con personas e ignoraba que pisaba charcos, salpicando a la gente cerca de él.
Tras sus intentos fallidos de dejarla atrás, intento perderla, tomando hacia la izquierda en una intersección, pero esta, luego de unos cuantos pasos terminaba en una callejón sin salida, que estaba rodeado por unos grandes edificios de Amegakure.
Un trueno sonó en el cielo, como la campanada de un boxeador que se rinde, la lluvia ahora había empezado a caer con mayor intensidad, volviendo al clima normal de la villa. Ichiro toco la pared viendo que no tenía otra salida y volvió la mirada hacia la boca del callejón, quizá todavía tenía tiempo de volver si la muchacha había enlentecido el paso. – Maldición. – Enojado maldijo el genin mientras le daba un golpe al muro. Pensaba que había ofendido a la “criatura” y sobre todo se había metido en un lugar abandonado y siniestro, con nadie transitándolo. Se había puesto una soga en el cuello.
Tras templar las temperaturas que tenían sus manos con su cara se desperezo, sacando a fuera un pequeño bostezo, que si alguien hubiera estado cerca del lugar lo hubiera escuchado sin problemas.
Ichiro volvió la mirada perdida al cielo, dejando que algunas gotas frías cayeran sobre su cara, volvió a girar sus ojos hacia la muchedumbre «Sinceramente debería ir a hacer las compras antes de seguir perdiendo el tiempo» Reflexiono, aunque unos gritos rompieron su pensamientos, una voz conocida lo hizo girar sobre si, quedando opuesto hacia donde estaba mirando, a lo lejos, se podía apreciar una persona vestida de azul, entrecerró los ojos para tratar de ver mejor, lo que pudo visualizar lo había dejado helado, era nuevamente la muchacha que intentaba llamarle la atención «Mierda!» mientras trago aire frio de una manera tan repentina como el agua de un rio que corre a toda velocidad.
Los ojos abiertos de par en par y un instinto que prácticamente lo obligaban a salir corriendo. «¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?» repetía eufórico el shinobi mientras apretaba los blancos y afilados dientes y observaba a la genin acercándose a su posición.
Intento caminar de forma rápida en primer lugar, pero la velocidad con la que la muchacha se aproximaba era tan grande, que al dar tres o cuatro pasos no dudo también en echarse a correr.
Su respiración había cambiado totalmente ahora era mucho más rápida y agitada, mientras seguía analizando sobre su hombro que la muchacha reducía distancia entre ellos. Un calor le invadía mientras recibía algunos insultos por los atropellos que cometía, por la insistencia de escapar, estaba chocando con personas e ignoraba que pisaba charcos, salpicando a la gente cerca de él.
Tras sus intentos fallidos de dejarla atrás, intento perderla, tomando hacia la izquierda en una intersección, pero esta, luego de unos cuantos pasos terminaba en una callejón sin salida, que estaba rodeado por unos grandes edificios de Amegakure.
Un trueno sonó en el cielo, como la campanada de un boxeador que se rinde, la lluvia ahora había empezado a caer con mayor intensidad, volviendo al clima normal de la villa. Ichiro toco la pared viendo que no tenía otra salida y volvió la mirada hacia la boca del callejón, quizá todavía tenía tiempo de volver si la muchacha había enlentecido el paso. – Maldición. – Enojado maldijo el genin mientras le daba un golpe al muro. Pensaba que había ofendido a la “criatura” y sobre todo se había metido en un lugar abandonado y siniestro, con nadie transitándolo. Se había puesto una soga en el cuello.