17/04/2018, 23:02
—Pero...
—Háganos caso, será lo mejor— Reafirmó mientras asentía con la cabeza. "Aunque me preocupa el regreso, no sabemos cuantas personas son." Si el alcanzar a los afectados era difícil, seguramente sería más complicado resguardarlos de las garras de las llamas. —Te sigo—. Respondió ante el apremio del ninja de Kusa.
—Está bien, confío en ustedes— se resignó aquel hombre.
Así, ambos se pusieron en marcha. El Inuzuka adoptó rasgos animales, los cuales aparentemente también le confirieron habilidades de este tipo. Kagetsuna no disponía de algo que le diera habilidades de ese tipo, por lo que la diferencia de velocidades entre ambos quedó aún más marcada que antes. No era mala voluntad de él, pero físicamente no daba la talla y más pronto que tarde se quedó rezagado. Por otro lado, pronto el ojiverde tendría una mejor perspectiva de la situación: una gran cantidad de viviendas se habían desplomado, formando básicamente una barricada que impedía llegar al otro lado del pueblo dónde se encontraban atrapados el resto de aldeanos. El olor del humo era intenso, aunque había un aderezo diferente en el mismo: olor a carne quemada. En su avance, llegaría a notar un cuerpo irreconocible, aplastado por maderos y con los brazos estirados; grabando en fuego el último instante de horror que sufrió.
Más adelante se encontraba quizás el único pasadizo libre: un grupo de casas derruidas, pero cuyos tejados de placas de barro se resistían a ser consumidos. La madera que les sostenía estaba por colapsar, era una apuesta arriesgada a tomar. No era posible observar que había del otro lado, pero al menos la cantidad de humo era muchísimo menor en aquella zona.
Entre tanto, el joven Isa corría y saltaba cómo mejor podía ante el intenso calor infernal, más cruel que el mismísimo sol del País del Viento. "Al final, creo que sirvió de algo" Siguiendo los pasos que él creía eran de su compañero, se aventuraba entre palos y piedras. No lo sabía, pero quedaba poco tiempo... menos de lo que creía.
—Háganos caso, será lo mejor— Reafirmó mientras asentía con la cabeza. "Aunque me preocupa el regreso, no sabemos cuantas personas son." Si el alcanzar a los afectados era difícil, seguramente sería más complicado resguardarlos de las garras de las llamas. —Te sigo—. Respondió ante el apremio del ninja de Kusa.
—Está bien, confío en ustedes— se resignó aquel hombre.
Así, ambos se pusieron en marcha. El Inuzuka adoptó rasgos animales, los cuales aparentemente también le confirieron habilidades de este tipo. Kagetsuna no disponía de algo que le diera habilidades de ese tipo, por lo que la diferencia de velocidades entre ambos quedó aún más marcada que antes. No era mala voluntad de él, pero físicamente no daba la talla y más pronto que tarde se quedó rezagado. Por otro lado, pronto el ojiverde tendría una mejor perspectiva de la situación: una gran cantidad de viviendas se habían desplomado, formando básicamente una barricada que impedía llegar al otro lado del pueblo dónde se encontraban atrapados el resto de aldeanos. El olor del humo era intenso, aunque había un aderezo diferente en el mismo: olor a carne quemada. En su avance, llegaría a notar un cuerpo irreconocible, aplastado por maderos y con los brazos estirados; grabando en fuego el último instante de horror que sufrió.
Más adelante se encontraba quizás el único pasadizo libre: un grupo de casas derruidas, pero cuyos tejados de placas de barro se resistían a ser consumidos. La madera que les sostenía estaba por colapsar, era una apuesta arriesgada a tomar. No era posible observar que había del otro lado, pero al menos la cantidad de humo era muchísimo menor en aquella zona.
Entre tanto, el joven Isa corría y saltaba cómo mejor podía ante el intenso calor infernal, más cruel que el mismísimo sol del País del Viento. "Al final, creo que sirvió de algo" Siguiendo los pasos que él creía eran de su compañero, se aventuraba entre palos y piedras. No lo sabía, pero quedaba poco tiempo... menos de lo que creía.