19/04/2018, 17:15
—Qué amable por tu parte —alegó la chica, sonriente —. La verdad es que yo también lo pensé, pero creo que fue más dedicación que facilidad, solo quería honrar la memoria de mi padre.
No pudo evitar ensanchar su sonrisa al escuchar como Nande seguía elogiándola. Parecía un chico curioso, aunque bastante reservado a su gusto. Una vez le enseñó el instrumento, lo volvió a guardar con cuidado. Primero quería dedicarle unas palabras al fin y al cabo.
Escuchó atentamente como el pequeño de pelo a tazón le explicaba sobre su obsequio. Al parecer traía un blasón como símbolo de costumbre familiar.
—Me parece un buen obsequio, seguro que a Shiona-sama le hubiera gustado. —No conocía lo suficientemente a su Uzukage para afirmarlo del todo, pero quizás le hubiera gustado que genin de su villa la guardasen respeto de esa manera, además de todo el cariño que la profesaban.
Una vez delante del monumento, pudieron comprobar que allí, bajo los pies; se encontraban toda clase de regalos para memorar a la gran persona que representaba ese lugar. Eri miró por encima flores, algún que otro lazo y dibujos de lo que parecía ser la mismísima Uzukage.
Juntó ambas manos e hizo una reverencia.
—Buenos días, Shiona-sama —saludó la joven —. Venimos a visitarla, después de todo el revuelo que se montó en Uzushiogakure, creo que mucha gente le habrá visitado, aunque nunca está de más contarle las buenas nuevas.
Luego dio un par de pasos hacia atrás.
—Nande-kun le trae un obsequio. —Musitó, permitiendo al muchacho a acercarse y hablar él.
No pudo evitar ensanchar su sonrisa al escuchar como Nande seguía elogiándola. Parecía un chico curioso, aunque bastante reservado a su gusto. Una vez le enseñó el instrumento, lo volvió a guardar con cuidado. Primero quería dedicarle unas palabras al fin y al cabo.
Escuchó atentamente como el pequeño de pelo a tazón le explicaba sobre su obsequio. Al parecer traía un blasón como símbolo de costumbre familiar.
—Me parece un buen obsequio, seguro que a Shiona-sama le hubiera gustado. —No conocía lo suficientemente a su Uzukage para afirmarlo del todo, pero quizás le hubiera gustado que genin de su villa la guardasen respeto de esa manera, además de todo el cariño que la profesaban.
Una vez delante del monumento, pudieron comprobar que allí, bajo los pies; se encontraban toda clase de regalos para memorar a la gran persona que representaba ese lugar. Eri miró por encima flores, algún que otro lazo y dibujos de lo que parecía ser la mismísima Uzukage.
Juntó ambas manos e hizo una reverencia.
—Buenos días, Shiona-sama —saludó la joven —. Venimos a visitarla, después de todo el revuelo que se montó en Uzushiogakure, creo que mucha gente le habrá visitado, aunque nunca está de más contarle las buenas nuevas.
Luego dio un par de pasos hacia atrás.
—Nande-kun le trae un obsequio. —Musitó, permitiendo al muchacho a acercarse y hablar él.