21/04/2018, 19:46
Kenzou asintió.
—Estás en lo cierto, Juro-kun —contestó—. Es importante que ninguno de tus compañeros sepa que eres el jinchuuriki. Si sólo las más altas esferas, y tu familia, lo saben, estaremos más seguros de que nadie va a ir contándolo por ahí. Sería una desgracia que algún villano se enterase y tratara de raptarte para obtener el poder de la bestia. Si ya pasó una vez, ¿por qué no otra? —Lo que Kenzou no dijo fue que la última vez no fue un villano extraño el que robó el poder de los bijuus, de hecho, ni siquiera lo robó nadie. Fueron las propias Grandes Aldeas las que utilizaron ese poder. Una pequeña gran hipocresía que se permitía para apoyar su argumento.
»Sin embargo, es obvio que tendremos que decirles a los demás que, desgraciadamente, tuvimos, no había otro remedio, que encerrar a un bijuu en un jinchuuriki de nuestra aldea. Los Arrozales del Silencio, al fin y al cabo, están mas cerca de nuestra villa que de ninguna otra. Lo cual, si me permites, es cierto y además entra dentro de los términos del antiguo pacto de no agresión... —explicó Kenzou—. Crear un jinchuuriki sin avisar de que lo tienes y pretender que eso sea un peso que equilibre la balanza es... una idea estúpida.
Kenzou miró el interior de su taza de té y pareció decepcionarse cuando vio que no le quedaba ni una gota. Retiró la silla y se levantó.
—Está bien. Creo que va siendo hora de bajar a la calle —dijo—. Además, Yubiwa-kun nos está esperando. Será mejor que hagamos esto rápidamente y con discrección. Estoy seguro que, como yo, estás deseando que todo vuelva de nuevo a la normalidad, Juro-kun.
—Estás en lo cierto, Juro-kun —contestó—. Es importante que ninguno de tus compañeros sepa que eres el jinchuuriki. Si sólo las más altas esferas, y tu familia, lo saben, estaremos más seguros de que nadie va a ir contándolo por ahí. Sería una desgracia que algún villano se enterase y tratara de raptarte para obtener el poder de la bestia. Si ya pasó una vez, ¿por qué no otra? —Lo que Kenzou no dijo fue que la última vez no fue un villano extraño el que robó el poder de los bijuus, de hecho, ni siquiera lo robó nadie. Fueron las propias Grandes Aldeas las que utilizaron ese poder. Una pequeña gran hipocresía que se permitía para apoyar su argumento.
»Sin embargo, es obvio que tendremos que decirles a los demás que, desgraciadamente, tuvimos, no había otro remedio, que encerrar a un bijuu en un jinchuuriki de nuestra aldea. Los Arrozales del Silencio, al fin y al cabo, están mas cerca de nuestra villa que de ninguna otra. Lo cual, si me permites, es cierto y además entra dentro de los términos del antiguo pacto de no agresión... —explicó Kenzou—. Crear un jinchuuriki sin avisar de que lo tienes y pretender que eso sea un peso que equilibre la balanza es... una idea estúpida.
Kenzou miró el interior de su taza de té y pareció decepcionarse cuando vio que no le quedaba ni una gota. Retiró la silla y se levantó.
—Está bien. Creo que va siendo hora de bajar a la calle —dijo—. Además, Yubiwa-kun nos está esperando. Será mejor que hagamos esto rápidamente y con discrección. Estoy seguro que, como yo, estás deseando que todo vuelva de nuevo a la normalidad, Juro-kun.