23/04/2018, 00:35
El joven Isa suspiró. Estaba claro que el castaño tenía una confianza total en sus habilidades cómo para preocuparse por nada. Aunque no era suficiente para quitarle de la cabeza el recargo de conciencia por ello.
—Va pues, será cómo dices. De igual forma, gracias—. remató.
—¿Van a entrar o no? No puedo malgastar mi tiempo aquí esperándolos— les apremiaron desde el otro lado de la puerta.
—Ya, ya— Refunfuñó el Isa.
El sonido de una cerradura abriéndose fue audible, tras lo cual la puerta se abrió lentamente con un sonoro rechinido. La ahora reconocible mujer empujaba el portón que tenía un grosor considerable, pero sin dejar mucho espacio para que el viento y el polvo no ingresara al interior. —Vamos, adentro.— Se le notaba muy exasperada.
—Suerte— Fue lo último que le dijo al Inuzuka antes de cruzar el portal, para que luego la mujer hiciese un esfuerzo considerable en cerrar la entrada de nuevo.
Adentro estaba prácticamente abarrotado de personas. Mercaderes, pobladores, viajeros. Un popurrí singular, aunque todos tenían en común la necesidad de refugio. El Isa no tenía ni un sólo centavo en los bolsillos, por lo que a la hora de la hora se le complicaría mucho con las cuentas. "Joder, que luzco algo más llamativo que el resto. Ay, tengo demasiados contras encima mío".
—Va pues, será cómo dices. De igual forma, gracias—. remató.
—¿Van a entrar o no? No puedo malgastar mi tiempo aquí esperándolos— les apremiaron desde el otro lado de la puerta.
—Ya, ya— Refunfuñó el Isa.
El sonido de una cerradura abriéndose fue audible, tras lo cual la puerta se abrió lentamente con un sonoro rechinido. La ahora reconocible mujer empujaba el portón que tenía un grosor considerable, pero sin dejar mucho espacio para que el viento y el polvo no ingresara al interior. —Vamos, adentro.— Se le notaba muy exasperada.
—Suerte— Fue lo último que le dijo al Inuzuka antes de cruzar el portal, para que luego la mujer hiciese un esfuerzo considerable en cerrar la entrada de nuevo.
Adentro estaba prácticamente abarrotado de personas. Mercaderes, pobladores, viajeros. Un popurrí singular, aunque todos tenían en común la necesidad de refugio. El Isa no tenía ni un sólo centavo en los bolsillos, por lo que a la hora de la hora se le complicaría mucho con las cuentas. "Joder, que luzco algo más llamativo que el resto. Ay, tengo demasiados contras encima mío".