24/04/2018, 10:12
Kenzou observó la luna llena junto a su genin y asintió. Dejó escapar una pequeña risa, sólo un monosílabo.
—Es curioso, ¿verdad? —dijo Kenzou—. Justo en la noche en la que vamos a encerrarlo. Espero, por nuestro bien, que ningún extra quiera hacer acto de presencia, ¿eh, joven Juro?
Se dirigieron hacia las puertas de la aldea, donde dos ANBU aguardaban, diligentes. Yubiwa les saludo con la cabeza, y se hicieron a un lado para dejarles paso.
Ya fuera, caminaron durante un largo trecho por el bosque. La frondosa arboleda que rodeaba Kusagakure era todavía más ominosa si se la iluminaba con la luz de la luna llena, de eso no cabía duda. Sombras que hasta ahora sólo habían sido sombras empezaron a parecer animales de metros de altura con garras y colmillos afilados. Los reflejos, a veces, recordaban a esos espectros de los que la abuela de Juro hablaba.
Finalmente, llegaron a una escalinata de piedra en unas extrañas ruinas. También estaba custodiada por hasta cuatro ANBU. Kenzou y Yubiwa se adelantaron entonces y comenzaron el ascenso.
Arriba, en una explanada pétrea, había un sello en el centro. Complicadas fórmulas oscuras que se unían en un círculo con el pictograma de "hombre". Las líneas salían de él y se encontraban más tarde en una enorme vasija con el pictograma "siete".
Kenzou se adelantó y se subió de un salto a la vasija. Yubiwa apoyó una mano en el hombro de Juro.
—¿Estás preparado, Juro-kun? No tienes por qué hacerlo si no quieres.
»Podría ser doloroso —susurró.
—Es curioso, ¿verdad? —dijo Kenzou—. Justo en la noche en la que vamos a encerrarlo. Espero, por nuestro bien, que ningún extra quiera hacer acto de presencia, ¿eh, joven Juro?
Se dirigieron hacia las puertas de la aldea, donde dos ANBU aguardaban, diligentes. Yubiwa les saludo con la cabeza, y se hicieron a un lado para dejarles paso.
Ya fuera, caminaron durante un largo trecho por el bosque. La frondosa arboleda que rodeaba Kusagakure era todavía más ominosa si se la iluminaba con la luz de la luna llena, de eso no cabía duda. Sombras que hasta ahora sólo habían sido sombras empezaron a parecer animales de metros de altura con garras y colmillos afilados. Los reflejos, a veces, recordaban a esos espectros de los que la abuela de Juro hablaba.
Finalmente, llegaron a una escalinata de piedra en unas extrañas ruinas. También estaba custodiada por hasta cuatro ANBU. Kenzou y Yubiwa se adelantaron entonces y comenzaron el ascenso.
Arriba, en una explanada pétrea, había un sello en el centro. Complicadas fórmulas oscuras que se unían en un círculo con el pictograma de "hombre". Las líneas salían de él y se encontraban más tarde en una enorme vasija con el pictograma "siete".
Kenzou se adelantó y se subió de un salto a la vasija. Yubiwa apoyó una mano en el hombro de Juro.
—¿Estás preparado, Juro-kun? No tienes por qué hacerlo si no quieres.
»Podría ser doloroso —susurró.