24/04/2018, 21:02
—Se suponía que íbamos a ir a una casa —le siseó a su compañero, señalando con la cabeza la amalgama de casas que se alzaban tras su espalda—. ¡Esto se aleja del pueblo! ¿Qué hacemos metiéndonos en el corazón de un bosque?
Lo más jodido de todo es que empezaba a pensar como aquella muchacha. Estábamos yendo demasiado hacia dentro, directos a accionar una trampa previamente colocada estrategicamente y eso era precisamente lo que trataba de decir Ayame. Pero realmente no teníamos opción. O fiarnos de aquella cría o dormir entre copos de nieve. Prefería jugármela. Me apetecía más un buen colchón al frío del exterior. Incluso si para ello teníamos que pelear.
— Sí, ya lo veo. vivirán en las afueras de esta aldea. Relájate, ¿quieres?
Por delante, a unos pocos metros, aquella niñita lideraba la comitiva junto a su temporal guardaespaldas de ocho patas y ojos. No dudó en esperar y sencillamente tomó el camino a tomar sin siquiera comprobar si Ayame y yo la seguíamos.
— Anda, vamos, seguro que ya queda poco para llegar a la casa
Trataba de tranquilizarla como buenamente podía. ¿Qué más podía hacer sino? Teníamos que fiarnos de la pequeñaja y seguir sus pasos al mismo tiempo que manteníamos la cabeza fría y atenta ante cualquier circunstancia, sobre todo lo segundo. Perder los nervios no serviría de absolutamente nada.
«Joder... ¿Donde está la kunoichi tenaz y determinada que vi en los dojos?»
Lo más jodido de todo es que empezaba a pensar como aquella muchacha. Estábamos yendo demasiado hacia dentro, directos a accionar una trampa previamente colocada estrategicamente y eso era precisamente lo que trataba de decir Ayame. Pero realmente no teníamos opción. O fiarnos de aquella cría o dormir entre copos de nieve. Prefería jugármela. Me apetecía más un buen colchón al frío del exterior. Incluso si para ello teníamos que pelear.
— Sí, ya lo veo. vivirán en las afueras de esta aldea. Relájate, ¿quieres?
Por delante, a unos pocos metros, aquella niñita lideraba la comitiva junto a su temporal guardaespaldas de ocho patas y ojos. No dudó en esperar y sencillamente tomó el camino a tomar sin siquiera comprobar si Ayame y yo la seguíamos.
— Anda, vamos, seguro que ya queda poco para llegar a la casa
Trataba de tranquilizarla como buenamente podía. ¿Qué más podía hacer sino? Teníamos que fiarnos de la pequeñaja y seguir sus pasos al mismo tiempo que manteníamos la cabeza fría y atenta ante cualquier circunstancia, sobre todo lo segundo. Perder los nervios no serviría de absolutamente nada.
«Joder... ¿Donde está la kunoichi tenaz y determinada que vi en los dojos?»
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa