25/04/2018, 10:07
—La verdad es que no sé si estoy preparado. No creo que pueda prepararme para algo así. Pero lo voy a hacer. Cumpliré con mi deber, por el bien de la villa y de todos.
Yubiwa asintió, y le dio un par de palmadas amistosas en el hombro.
—¿Cree que dolerá mucho?
—No lo creo, lo sé. Sé que te dolerá. Sé que gritarás y que te descompondrás de puro dolor.
Sin dar una razón, ni buena ni mala, de por qué le torturaba psicológicamente, Yubiwa se separó de él, se dio la vuelta y se alejó brincando.
—Muy bien. Al círculo, Juro. —Era lo que se esperaba de él. No había marcha atrás. No había un no que valiera. Juro lo sabía. Dos ANBU le tocaron la espalda y le dirigieron, amablemente pero firmes, hacia el sello—. Túmbate y cierra los ojos.
Cuando Juro obedeció, el Morikage se subió a la vasija de un salto, y tomó asiento con las piernas cruzadas, como si fuera a meditar. Comenzó a formular una larga serie de sellos.
—Muy bien, comencemos el ritual.
Juro pudo oír los pasos de los ANBU que le rodeaban y se colocaban en un círculo a su alrededor. Después, aún con los ojos cerrados, sintió el brillo intenso del sello que había debajo de él y en la vasija. Y su conciencia se fue apagando poco a poco, poco a poco...
No hubo dolor. No hubo absolutamente nada de dolor.
Pero antes de caer dormido, los párpados desobedecieron su voluntad y se le abrieron de par en par. Allí, en el cielo, en contraste con la circunferencia clara y grande de la luna llena, flotaba un extraño ser, una grotesca forma que, en el fondo, sabía que viviría a partir de ahora dentro de él, en el sello que a la mañana siguiente encontraría en su vientre.
Juro despertó de un sobresalto en un sofá marrón. Aunque sentía unas náuseas terribles, terminaría por reconocer el lugar como el despacho de Moyashi Kenzou.
Estaba solo y los primeros rayos del sol comenzaban a bañar el despacho.
No sé sintió dolorido, de hecho, no sintió nada raro. Nada fuera de lo habitual.
Yubiwa asintió, y le dio un par de palmadas amistosas en el hombro.
—¿Cree que dolerá mucho?
—No lo creo, lo sé. Sé que te dolerá. Sé que gritarás y que te descompondrás de puro dolor.
Sin dar una razón, ni buena ni mala, de por qué le torturaba psicológicamente, Yubiwa se separó de él, se dio la vuelta y se alejó brincando.
—Muy bien. Al círculo, Juro. —Era lo que se esperaba de él. No había marcha atrás. No había un no que valiera. Juro lo sabía. Dos ANBU le tocaron la espalda y le dirigieron, amablemente pero firmes, hacia el sello—. Túmbate y cierra los ojos.
Cuando Juro obedeció, el Morikage se subió a la vasija de un salto, y tomó asiento con las piernas cruzadas, como si fuera a meditar. Comenzó a formular una larga serie de sellos.
—Muy bien, comencemos el ritual.
Juro pudo oír los pasos de los ANBU que le rodeaban y se colocaban en un círculo a su alrededor. Después, aún con los ojos cerrados, sintió el brillo intenso del sello que había debajo de él y en la vasija. Y su conciencia se fue apagando poco a poco, poco a poco...
No hubo dolor. No hubo absolutamente nada de dolor.
Pero antes de caer dormido, los párpados desobedecieron su voluntad y se le abrieron de par en par. Allí, en el cielo, en contraste con la circunferencia clara y grande de la luna llena, flotaba un extraño ser, una grotesca forma que, en el fondo, sabía que viviría a partir de ahora dentro de él, en el sello que a la mañana siguiente encontraría en su vientre.
· · ·
Juro despertó de un sobresalto en un sofá marrón. Aunque sentía unas náuseas terribles, terminaría por reconocer el lugar como el despacho de Moyashi Kenzou.
Estaba solo y los primeros rayos del sol comenzaban a bañar el despacho.
No sé sintió dolorido, de hecho, no sintió nada raro. Nada fuera de lo habitual.