27/04/2018, 22:58
«¿Qué no te gusta etiquetar a la gente? ¿Ni tener prejuicios?» Solo había una palabra que definiese aquel comportamiento: «¡soso!» Pero como Datsue tenía como objetivo caerle bien, se guardó aquel comentario para sí mismo.
Después, tras añadir un par de normas para decidir quién ganaba una ronda, a Keisuke se le ocurrió una no menos importante.
—Oh, cierto —dijo, mirando el tatami sobre el que se encontraban. Era bastante amplio, cuadrado y de unos diez metros de lado. Ambos shinobis se encontraban en el centro—. Me parece bien —concluyó el Uchiha.
—Continuemos.
Datsue sonrió. No, aquel combate había finalizado desde el momento en que Keisuke se había dejado tocar. Jamás tendría que haber dejado que el Uchiha se le acercase tanto. Cuando el amejin tomó la lanza con su kusari, Datsue no hizo ni amago de querer interceptarlo. Se mantuvo impasible, en la misma posición, ensanchando todavía más su sonrisa. Luego, Keisuke dejó la lanza en el suelo.
—Terminemos —dijo, sin poder contener su fanfarronería, mientras formaba el sello del Carnero. En ese mismo instante, una ristra de complicados hexagramas surgió en el antebrazo de Keisuke, extendiéndose por toda su piel. Cuando se quiso dar cuenta, estaba paralizado de pies a cabeza.
Tan solo un hombre en Oonindo había logrado romper aquel sello maldito, de nombre Akame y apellido Profesional. Keisuke, por lo que le enseñaban sus ojos, no gozaba de tanto poder.
Se acercó confiado hasta la lanza, agachándose momentáneamente para tomarla, y luego colocó la punta en el gaznate de su adversario.
—Creo que gané —dijo, victorioso. ¿Había hecho trampa? Quizá. Se suponía que se basarían en el arte del kenjutsu y del taijutsu para ganar aquellos combates, y Datsue había usado fūinjutsu. Pero el honor era para samuráis, y dígase una cosa de Uchiha Datsue: es un embustero entre embusteros.
Le quitó el naginata del cuello y desactivó el Sello de Maldición Propia, liberando a Keisuke de su parálisis.
–
–
Después, tras añadir un par de normas para decidir quién ganaba una ronda, a Keisuke se le ocurrió una no menos importante.
—Oh, cierto —dijo, mirando el tatami sobre el que se encontraban. Era bastante amplio, cuadrado y de unos diez metros de lado. Ambos shinobis se encontraban en el centro—. Me parece bien —concluyó el Uchiha.
—Continuemos.
Datsue sonrió. No, aquel combate había finalizado desde el momento en que Keisuke se había dejado tocar. Jamás tendría que haber dejado que el Uchiha se le acercase tanto. Cuando el amejin tomó la lanza con su kusari, Datsue no hizo ni amago de querer interceptarlo. Se mantuvo impasible, en la misma posición, ensanchando todavía más su sonrisa. Luego, Keisuke dejó la lanza en el suelo.
—Terminemos —dijo, sin poder contener su fanfarronería, mientras formaba el sello del Carnero. En ese mismo instante, una ristra de complicados hexagramas surgió en el antebrazo de Keisuke, extendiéndose por toda su piel. Cuando se quiso dar cuenta, estaba paralizado de pies a cabeza.
Tan solo un hombre en Oonindo había logrado romper aquel sello maldito, de nombre Akame y apellido Profesional. Keisuke, por lo que le enseñaban sus ojos, no gozaba de tanto poder.
Se acercó confiado hasta la lanza, agachándose momentáneamente para tomarla, y luego colocó la punta en el gaznate de su adversario.
—Creo que gané —dijo, victorioso. ¿Había hecho trampa? Quizá. Se suponía que se basarían en el arte del kenjutsu y del taijutsu para ganar aquellos combates, y Datsue había usado fūinjutsu. Pero el honor era para samuráis, y dígase una cosa de Uchiha Datsue: es un embustero entre embusteros.
Le quitó el naginata del cuello y desactivó el Sello de Maldición Propia, liberando a Keisuke de su parálisis.
200/200
230/270
-40
–Sharingan activado
–¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado