26/08/2015, 20:53
Como un gato encerrado, Ichiro buscaba por doquier una salida, al genin le había ganado el nerviosismo, se había olvidado completamente de sus talentos ninjas, debido a su corta edad o a la adrenalina del momento. Pero su destino parecía ya estar escrito con tinta negra y en un trazo grueso, ya no había más opciones. El corazón que le corría a dos mil por hora parecía prácticamente haberse detenido por completo cuando vio la figura (un tanto oscura por la poca iluminación del lugar) de la muchacha asomarse por el callejón y dirigirse hacia él.
Nuevamente estupefacto, observo a la joven. Sus caladas profundas de aire llenaban sus pulmones y eran devueltas como un humo blanco, al parecer las lluvias también habían traído un descenso de temperatura con ellas y se reflejaban en cada exhalación.
Un sonido seco decoro la situación, la muchacha había dejado caer su paraguas, ¿sería a propósito? a simple vista parecía ser común y corriente. Pero el muchacho ya sabía que en Ame había algunos ninjas que los utilizaban como confiables armas. Aunque sorprendido pudo percatarse del cansancio de la muchacha, expresado por la respiración inusual y una posición exhausta, apoyando sus manos sobre sus rodillas intentando recuperar su condición física normal.
Ichiro miraba desconcertado a la adolecente fatigada, ¿Dónde estaban los poderes tan monstruosos que sus compañeros mencionaban?, simplemente, aquel momento, no estaba favoreciendo para nada los rumores que había escuchado, es más, por lo contrario, había sosegado el miedo de Ichiro que ahora tenía un impulso curioso sobre la muchacha, aunque su cara se había transformado a un rostro más representativo de desconfianza, no dejaba de pensar, que podía pasar cualquier cosa.
Ayame alzo su mano en dirección de Ichiro, que la miro perplejo, tras observar mejor, en ella se encontraba la bolsita de dinero del muchacho, que tintineando reflejaba que todavía contenía sus monedas, “—Se te ha... caído...” atino la muchacha a responder con una voz débil y pausada, al mismo instante que lo escuchaba, este paso la mano por su cuerpo y los bolsillos que poseía, haciendo prueba de que se le había caído.
Llevo la mano a su cabeza, golpeándose la frente en forma de auto recriminación «Tonto, tonto, tonto» pensaba, mientras bajo su mano por su cara y miraba la bolsa de dinero.
Sin lugar a duda, las palabras de la muchacha habían reconfortado a Ichiro cien por ciento, que empezó a acercarse a ella a paso lento, con un poco de desconfianza talvez, pero esta vez su miedo se había disipado, después de todo, ella también era un genin como él. –Gra..gracias…- repitió un poco tartamudo mientras observaba a la kunoichi, luego de tener la bolsa en su poder la volvió a guardar en sus ropajes. – ¿Sabes algo gracioso? PENSÉ QUE ME IBAS A MATAR!. – Añadió, mientras soltaba una carcajada, ya se sentía mucho más cómodo, al ver las intenciones de Ayame.
Nuevamente estupefacto, observo a la joven. Sus caladas profundas de aire llenaban sus pulmones y eran devueltas como un humo blanco, al parecer las lluvias también habían traído un descenso de temperatura con ellas y se reflejaban en cada exhalación.
Un sonido seco decoro la situación, la muchacha había dejado caer su paraguas, ¿sería a propósito? a simple vista parecía ser común y corriente. Pero el muchacho ya sabía que en Ame había algunos ninjas que los utilizaban como confiables armas. Aunque sorprendido pudo percatarse del cansancio de la muchacha, expresado por la respiración inusual y una posición exhausta, apoyando sus manos sobre sus rodillas intentando recuperar su condición física normal.
Ichiro miraba desconcertado a la adolecente fatigada, ¿Dónde estaban los poderes tan monstruosos que sus compañeros mencionaban?, simplemente, aquel momento, no estaba favoreciendo para nada los rumores que había escuchado, es más, por lo contrario, había sosegado el miedo de Ichiro que ahora tenía un impulso curioso sobre la muchacha, aunque su cara se había transformado a un rostro más representativo de desconfianza, no dejaba de pensar, que podía pasar cualquier cosa.
Ayame alzo su mano en dirección de Ichiro, que la miro perplejo, tras observar mejor, en ella se encontraba la bolsita de dinero del muchacho, que tintineando reflejaba que todavía contenía sus monedas, “—Se te ha... caído...” atino la muchacha a responder con una voz débil y pausada, al mismo instante que lo escuchaba, este paso la mano por su cuerpo y los bolsillos que poseía, haciendo prueba de que se le había caído.
Llevo la mano a su cabeza, golpeándose la frente en forma de auto recriminación «Tonto, tonto, tonto» pensaba, mientras bajo su mano por su cara y miraba la bolsa de dinero.
Sin lugar a duda, las palabras de la muchacha habían reconfortado a Ichiro cien por ciento, que empezó a acercarse a ella a paso lento, con un poco de desconfianza talvez, pero esta vez su miedo se había disipado, después de todo, ella también era un genin como él. –Gra..gracias…- repitió un poco tartamudo mientras observaba a la kunoichi, luego de tener la bolsa en su poder la volvió a guardar en sus ropajes. – ¿Sabes algo gracioso? PENSÉ QUE ME IBAS A MATAR!. – Añadió, mientras soltaba una carcajada, ya se sentía mucho más cómodo, al ver las intenciones de Ayame.