5/05/2018, 23:03
Datsue imitó mi reverencia y se limitó a decir nada... Era Jounin... Quizá algunas palabras con la reverencia le hubieran sentado bien también... Aquel señor no cambió su rostro, sentía su mirada firme sobre mí y aquel silencio que me rodeaba no me daban buena señal, finalmente rompió aquel reinado manifestandose.
El dueño no pareció ablandarse con las disculpas, aunque tras un rato mirándoles en un silencio sepulcral, dijo:
—Tienes que fortalecer esos hombros y esa raquítica espalda. ¡No puede ser que no puedas sujetar una simple kodachi a una mano!
Cuando le escuché me erguí más, y luego lancé una mirada demostrando la confusión del asunto, ¿se le habría pasado la ira? Ahora estaba aconsejándome. —Las espadas no son lo mío.— Me excusé, pero el tono de mi voz era incluso menor que el que usaba cuando susurraba.
"Claro y no escuchó cuando dije que las armas no eran lo mío..."
—Y tú… —Se volteó a ver a Datsue—. Contigo no sé ni por dónde empezar. ¡Tú juego de pies es de risa!
Me volteé a ver la reacción del pelinegro, aquel chaparro tenía la razón sí, pero... ¿Exactamente quién era él para mofarse así de nosotros? ¿El intrépido se molestaría en manifestar algo? Esperaba así, por lo que dejé que mis ojos hicieran un poco de presión en él.
—Bueno, señor, mire... Saldremos del tatami, terminaremos nuestra bebida y no le causaremos más molestias.— Expliqué. —¿Le parece?
El dueño no pareció ablandarse con las disculpas, aunque tras un rato mirándoles en un silencio sepulcral, dijo:
—Tienes que fortalecer esos hombros y esa raquítica espalda. ¡No puede ser que no puedas sujetar una simple kodachi a una mano!
Cuando le escuché me erguí más, y luego lancé una mirada demostrando la confusión del asunto, ¿se le habría pasado la ira? Ahora estaba aconsejándome. —Las espadas no son lo mío.— Me excusé, pero el tono de mi voz era incluso menor que el que usaba cuando susurraba.
"Claro y no escuchó cuando dije que las armas no eran lo mío..."
—Y tú… —Se volteó a ver a Datsue—. Contigo no sé ni por dónde empezar. ¡Tú juego de pies es de risa!
Me volteé a ver la reacción del pelinegro, aquel chaparro tenía la razón sí, pero... ¿Exactamente quién era él para mofarse así de nosotros? ¿El intrépido se molestaría en manifestar algo? Esperaba así, por lo que dejé que mis ojos hicieran un poco de presión en él.
—Bueno, señor, mire... Saldremos del tatami, terminaremos nuestra bebida y no le causaremos más molestias.— Expliqué. —¿Le parece?