7/05/2018, 00:38
Keisuke abriría los ojos y vería a través de la tela que le cubría el rostro un fuego delante suya, mucho mayor que el que la pequeña fogata que habían encendido él y Riko un rato antes. También vería unas figuras que pululaban alrededor del fuego, aunque no podría distinguir ninguna y, si miraba a su derecha, vería a otro chico de rodillas a su lado, con la cabeza cubierta con una bolsa de tela negra, igual que él.
— ¿Qué estaban haciendo estos dos aquí?
— Y yo qué sé, pero bueno, nos pueden servir, ¿no?
El silencio reinó el lugar en ese mismo momento, la pregunta se quedó sin respuesta verbal, pero ambos genin podrían ver como una de las figuras se acercaba a ellos, primero quitándole la bolsa a Keisuke y agachándose para quedar al mismo nivel que éste.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Quién te manda? ¿Sabes? Más te vale contármelo todo, porque ooooojojojo, soy muuuuuy bueno sacando las cosas a las malas, ¿me entiendes?
El hombre tenía los ojos de un color dorado que te incitaban a mirarle fijamente a ellos, su piel era de un tono canela y tenía una barba típica de llevar sin afeitarse un par de días. Su cabeza estaba rapada casi en su totalidad, dejando una cresta mohicana de un color negro como el azabache.
Vestía una camiseta de tirantes blanca que estaba sucia y tenía algún que otro roto, unos pantalones negros largos y unas botas de montaña negras. En su mano derecha tenía un cuchillo que tenía un filo liso en un lado y uno serrado en el otro.
— ¿Qué estaban haciendo estos dos aquí?
— Y yo qué sé, pero bueno, nos pueden servir, ¿no?
El silencio reinó el lugar en ese mismo momento, la pregunta se quedó sin respuesta verbal, pero ambos genin podrían ver como una de las figuras se acercaba a ellos, primero quitándole la bolsa a Keisuke y agachándose para quedar al mismo nivel que éste.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Quién te manda? ¿Sabes? Más te vale contármelo todo, porque ooooojojojo, soy muuuuuy bueno sacando las cosas a las malas, ¿me entiendes?
El hombre tenía los ojos de un color dorado que te incitaban a mirarle fijamente a ellos, su piel era de un tono canela y tenía una barba típica de llevar sin afeitarse un par de días. Su cabeza estaba rapada casi en su totalidad, dejando una cresta mohicana de un color negro como el azabache.
Vestía una camiseta de tirantes blanca que estaba sucia y tenía algún que otro roto, unos pantalones negros largos y unas botas de montaña negras. En su mano derecha tenía un cuchillo que tenía un filo liso en un lado y uno serrado en el otro.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»