7/05/2018, 17:42
(Última modificación: 7/05/2018, 17:43 por Sasagani Yota.)
No fui bendecido con respuesta alguna por parte de la amejin. en su lugar, avanzaba en dirección al fuego que seguía consumiendo la madera de lo que era la casa de aquella niña. Nuestro gran temor, más aún el de la pequeña, era pensar que sus padres aún estaban dentro. aunque también cabía pensar que, si no lo estaban, ¿qué habría sucedido con ellos?
—¡Suiton: Mizurappa!
Tras aquellas dos palabras, y los correspondientes sellos de manos, Ayame soltó una técnica de puro agua que golpeo la superficie de la estructura, luchando contra el fuego, pero aunque si tuvo su efectividad, sería necesario más que solo eso para extinguir por completo el fuego.
La voz de socorro del interior nos alarmó a todos y la niña identificó aquella voz de inmediato. Era su madre. Estaba atrapada y todos sentimos la necesidad de acudir en su auxilio, pero fue Ayame quién se adelantó con instrucciones muy concretas.
—Voy a entrar —indicó Ayame, girando la cabeza hacia Yota—. Yo soy el agua, así que puedo apañármelas con el fuego, y aunque la casa se derrumbara podré apañármelas para salir ilesa. Pero tú debes quedarte aquí con ella, Yota-san
-- ¿Que tu eres qué..? — pregunté con la ceja completamente alzada — Escucha, no hagas gilipolleces..
Con la ayuda de un kunai cortó una de las mangas de su vestimenta y se la anudó en la boca, cubriendo también su nariz, buscando evitar que el humo se convirtiese en un duro rival.
No podemos permitir que la niña intente entrar, es demasiado peligroso para ella, y alguien debe quedarse protegiéndola. No os preocupéis, saldré enseguida y sacaré a tus papás de ahí.
«Joder, eso ya lo sé pero..»
Chasquee la lengua empezando a enfurecerme ante la terquedad que mostraba aquella kunoichi.
— ¡Joder! Kumopansa ve con ella y ayudala en lo que te pida
— ¿Eh? ¿que me meta en esa barbacoa gigante? ¿estás loco, tio?
Lancé una mirada de ira al arácnido ante su negativa, la cual entendería a la perfección.
— Ah, que no estás de guasa. Pues mira, tronco, prefiero quedarme con ella, la verdad
Obviamente se refería a la niña. algo crujió en aquel instante en el interior de la casa y retumbó cuando una madera más se rompió y cayó a peso hasta el suelo.
— Hazlo y punto, es mejor que me quede yo, aquí fuera. Tenéis su suiton para sobrevivir
Totalmente contraria a su voluntad, la araña se acercó hasta Ayame, cabizbaja, dándole a entender a la muchacha que la seguiría hasta el interior del edificio y la ayudaría en la búsqueda de algún tipo de forma de vida.
—¡Suiton: Mizurappa!
Tras aquellas dos palabras, y los correspondientes sellos de manos, Ayame soltó una técnica de puro agua que golpeo la superficie de la estructura, luchando contra el fuego, pero aunque si tuvo su efectividad, sería necesario más que solo eso para extinguir por completo el fuego.
La voz de socorro del interior nos alarmó a todos y la niña identificó aquella voz de inmediato. Era su madre. Estaba atrapada y todos sentimos la necesidad de acudir en su auxilio, pero fue Ayame quién se adelantó con instrucciones muy concretas.
—Voy a entrar —indicó Ayame, girando la cabeza hacia Yota—. Yo soy el agua, así que puedo apañármelas con el fuego, y aunque la casa se derrumbara podré apañármelas para salir ilesa. Pero tú debes quedarte aquí con ella, Yota-san
-- ¿Que tu eres qué..? — pregunté con la ceja completamente alzada — Escucha, no hagas gilipolleces..
Con la ayuda de un kunai cortó una de las mangas de su vestimenta y se la anudó en la boca, cubriendo también su nariz, buscando evitar que el humo se convirtiese en un duro rival.
No podemos permitir que la niña intente entrar, es demasiado peligroso para ella, y alguien debe quedarse protegiéndola. No os preocupéis, saldré enseguida y sacaré a tus papás de ahí.
«Joder, eso ya lo sé pero..»
Chasquee la lengua empezando a enfurecerme ante la terquedad que mostraba aquella kunoichi.
— ¡Joder! Kumopansa ve con ella y ayudala en lo que te pida
— ¿Eh? ¿que me meta en esa barbacoa gigante? ¿estás loco, tio?
Lancé una mirada de ira al arácnido ante su negativa, la cual entendería a la perfección.
— Ah, que no estás de guasa. Pues mira, tronco, prefiero quedarme con ella, la verdad
Obviamente se refería a la niña. algo crujió en aquel instante en el interior de la casa y retumbó cuando una madera más se rompió y cayó a peso hasta el suelo.
— Hazlo y punto, es mejor que me quede yo, aquí fuera. Tenéis su suiton para sobrevivir
Totalmente contraria a su voluntad, la araña se acercó hasta Ayame, cabizbaja, dándole a entender a la muchacha que la seguiría hasta el interior del edificio y la ayudaría en la búsqueda de algún tipo de forma de vida.
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