28/08/2015, 21:36
«¿Que hace este loco?» pensó el muchacho en sus adentros mientras lo veía escalar los diferentes monumentos, las personas extrañas se vieron en una madeja de gritos. Ichiro no podía escucharlos, el ruido de la cascada se mezclaba con el dialogo de las personas y al no estar acostumbrado a su forma de hablar, le costaba entender.
Dejo de prestarles atención, se sentó en el suelo para meditar, puso sus manos en modo zen y procedió a cerrar los ojos para concentrase en sí mismo. Aflojo su cuerpo, mientras comenzó a embeberse en el ruido de su respiración, también intentaba escuchar su corazón, ese era el objetivo del entrenamiento a indiferencia de los pastos, que a pesar de que Ichiro llevaba unos pantalones, podía sentir pequeños pinchazos de los pastos más duros en sus piernas apoyadas en la tierra.
Por un momento se había olvidado de los invasores y empezaba a disfrutar el cantico de las aves y la melodía de la catarata. Pero solo pudo deleitarse unos minutos así, ya que un grito y un chapuzón de lo más inoportuno había acabado con el aura que se había allí formado y con el humor del Hozuki.
Abrió los ojos y observo al de Uzushio nadando en el agua. Frunció el ceño, su cólera había aumentado, estaba molesto, su sangre hervía tanto que solo le faltaba resoplar el humo por sus orejas para asemejarse a una tetera. Su entrenamiento había sido interrumpido, por dos ninjas que vil mente se introdujeron en su zona de entrenamiento.
Se levantó y sin despegar los ojos de Tantei se acercó a la orilla del rio. – ¡Hey tú!.- exclamo con una voz lejana a la que usaba habitualmente, esta estaba cargada con ira. – Esto no es una estancia vacacional, ¡es un santuario!.- le recrimino molesto y por ultimo finalizo.- ¡Tienes que respetar a los salvadores de estas tierras! ¡Forastero!.-
Al finalizar, traslado su mirada al acompañante del nadador. Ichiro era muy respetuoso sobre las creencias religiosas, sin embargo no las practicaba, no sentía que el muchacho le hubiera faltado el respeto ni mucho menos, él también se había bañado en esas aguas hace algún tiempo atrás, simplemente estaba molesto por la interrupción que había vivido y utilizo eso para justificar su enojo.
Volvió los ojos al muchacho, esperando alguna contestación.
Dejo de prestarles atención, se sentó en el suelo para meditar, puso sus manos en modo zen y procedió a cerrar los ojos para concentrase en sí mismo. Aflojo su cuerpo, mientras comenzó a embeberse en el ruido de su respiración, también intentaba escuchar su corazón, ese era el objetivo del entrenamiento a indiferencia de los pastos, que a pesar de que Ichiro llevaba unos pantalones, podía sentir pequeños pinchazos de los pastos más duros en sus piernas apoyadas en la tierra.
Por un momento se había olvidado de los invasores y empezaba a disfrutar el cantico de las aves y la melodía de la catarata. Pero solo pudo deleitarse unos minutos así, ya que un grito y un chapuzón de lo más inoportuno había acabado con el aura que se había allí formado y con el humor del Hozuki.
Abrió los ojos y observo al de Uzushio nadando en el agua. Frunció el ceño, su cólera había aumentado, estaba molesto, su sangre hervía tanto que solo le faltaba resoplar el humo por sus orejas para asemejarse a una tetera. Su entrenamiento había sido interrumpido, por dos ninjas que vil mente se introdujeron en su zona de entrenamiento.
Se levantó y sin despegar los ojos de Tantei se acercó a la orilla del rio. – ¡Hey tú!.- exclamo con una voz lejana a la que usaba habitualmente, esta estaba cargada con ira. – Esto no es una estancia vacacional, ¡es un santuario!.- le recrimino molesto y por ultimo finalizo.- ¡Tienes que respetar a los salvadores de estas tierras! ¡Forastero!.-
Al finalizar, traslado su mirada al acompañante del nadador. Ichiro era muy respetuoso sobre las creencias religiosas, sin embargo no las practicaba, no sentía que el muchacho le hubiera faltado el respeto ni mucho menos, él también se había bañado en esas aguas hace algún tiempo atrás, simplemente estaba molesto por la interrupción que había vivido y utilizo eso para justificar su enojo.
Volvió los ojos al muchacho, esperando alguna contestación.