9/05/2018, 17:18
Efectivamente, Karma se sobresaltó al escuchar la voz, que la tomó desprevenida. Con la misma cara de pasmada que había esbozado al poner un pie sobre el puente observó al dueño de aquellas palabras. Necesitó de unos segundos para comprender la pregunta, que no era más que su nombre entonado con interrogantes. Con lentitud y una palpable incomodidad, la joven asintió.
¿Cómo no se había dado cuenta de la presencia de Akame antes? «¿Acaba de salir de la nada, o ya estaba ahí antes y no me he dado cuenta...?», se preguntó. Lo más probable y lógico era la segunda opción —especialmente dado lo fácil que le resultaba abstraerse de sus alrededores, técnica que usó durante años para ignorar a su progenitor—, mas las dudas de la kunoichi eran genuinas.
Si el jōnin estaba nervioso, la situación de la genin era tres veces peor. Akame se le hacía intimidante, todavía más al tener en cuenta su rango y vestimenta. La pelivioleta se había acostumbrado a tratar con los profesores de la academia que, al fin y al cabo, eran superiores suyos también, pero para ella aquello era distinto. Esto era el mundo real, y el Uchiha era alguien que, sin lugar a dudas, terminaría decepcionado con sus aptitudes.
El referido se acercó a ella. Karma se tensó como si fuese una viga de hierro. Su interlocutor se presentó, a lo que ella realizó una exagerada reverencia.
—Mi nombre es Kojima Karma, genin. Es un placer... —afirmó sin alzarse, tono poco enérgico—. Siento mucho ser una molestia...
Aún a pesar de todo, sonrió. Era una sonrisa falsa, pero amplia y que inspiraba confianza; un gesto que la muchacha había ido perfeccionando con los años.
¿Cómo no se había dado cuenta de la presencia de Akame antes? «¿Acaba de salir de la nada, o ya estaba ahí antes y no me he dado cuenta...?», se preguntó. Lo más probable y lógico era la segunda opción —especialmente dado lo fácil que le resultaba abstraerse de sus alrededores, técnica que usó durante años para ignorar a su progenitor—, mas las dudas de la kunoichi eran genuinas.
Si el jōnin estaba nervioso, la situación de la genin era tres veces peor. Akame se le hacía intimidante, todavía más al tener en cuenta su rango y vestimenta. La pelivioleta se había acostumbrado a tratar con los profesores de la academia que, al fin y al cabo, eran superiores suyos también, pero para ella aquello era distinto. Esto era el mundo real, y el Uchiha era alguien que, sin lugar a dudas, terminaría decepcionado con sus aptitudes.
El referido se acercó a ella. Karma se tensó como si fuese una viga de hierro. Su interlocutor se presentó, a lo que ella realizó una exagerada reverencia.
—Mi nombre es Kojima Karma, genin. Es un placer... —afirmó sin alzarse, tono poco enérgico—. Siento mucho ser una molestia...
Aún a pesar de todo, sonrió. Era una sonrisa falsa, pero amplia y que inspiraba confianza; un gesto que la muchacha había ido perfeccionando con los años.