29/08/2015, 03:58
Ni siquiera miró para atrás para comprobar que el desquiciado vendedor no lo siguiera, al cabo de un rato y un par de giros inesperados al mejor estilo ninja recién graduado que quiere demostrar sus habilidades para perderse entre la multitud, Tantei se detuvo. Soltó un largo suspiro, recuperó el aliento, y recién entonces volteó. Allí estaba el morocho de pelo blanco, justo a su lado.
—Eh... dije que corrieras. No que lo hicieras detrás de mi —comentó con desdén, casi como si el otro no pudiera escucharlo
No tenía remedio, le tendía la mano a alguien y le agarraban el codo. Ahora no podría seguir con... ¿qué era exactamente lo que estaba haciendo? No recordaba ni siquiera porque había terminado hablando con aquel comerciante. Se dirigía a algún lugar, eso era seguro. Se tanteó los bolsillos del pantalón y luego del chaleco-canguro. No había caso, no podía acordarse. Pasó unos segundos mirando al suelo, ignorando por completo a su compañero, buscando en su memoria. Dio tres pasos hacia un lado, luego tres hacia otro, se llevó la mano a la frente y... eso era. La bandana.
—¡Matanga! —escupió cuando logró recordarlo. Tenía que ir a la academia.
Se puso las manos en las cintura y volteó hacia Kazuma.
—En fin muchachote... —le dijo, no mirándolo a el, sino a la academia, que se asomaba por encima de unas casuchas —Ese tipo es bastante despreciable, ¿eh? ¿Lo conocías? —con la última pregunta giró la cabeza para finalmente hacer contacto visual.
—Eh... dije que corrieras. No que lo hicieras detrás de mi —comentó con desdén, casi como si el otro no pudiera escucharlo
No tenía remedio, le tendía la mano a alguien y le agarraban el codo. Ahora no podría seguir con... ¿qué era exactamente lo que estaba haciendo? No recordaba ni siquiera porque había terminado hablando con aquel comerciante. Se dirigía a algún lugar, eso era seguro. Se tanteó los bolsillos del pantalón y luego del chaleco-canguro. No había caso, no podía acordarse. Pasó unos segundos mirando al suelo, ignorando por completo a su compañero, buscando en su memoria. Dio tres pasos hacia un lado, luego tres hacia otro, se llevó la mano a la frente y... eso era. La bandana.
—¡Matanga! —escupió cuando logró recordarlo. Tenía que ir a la academia.
Se puso las manos en las cintura y volteó hacia Kazuma.
—En fin muchachote... —le dijo, no mirándolo a el, sino a la academia, que se asomaba por encima de unas casuchas —Ese tipo es bastante despreciable, ¿eh? ¿Lo conocías? —con la última pregunta giró la cabeza para finalmente hacer contacto visual.