11/05/2018, 20:24
El jōnin caminó en silencio, sin querer siquiera volverse a mirar a su recién adquirida alumna. Por una parte sentía cierta rabia de que —tal y como había predicho él mismo— al final aquella tutela improvisada tenía todas las papeletas de ser un engorro. Por la otra, aquella muchacha parecía estar tan deprimida y tener una imagen de sí misma tan extremadamente pobre, que le evocaba cierta... «¿Ternura? No, no creo...» Uchiha Akame ni siquiera sabía que era capaz de sentir aquella mezcla de pena y paternalismo por alguien. Pero eso era exactamente lo que Karma le provocaba.
Claro que, al jōnin no le pasó desapercibido que semejante amalgama de circunstancias desfavorables le tenía a él mismo en pleno centro. ¿Y si el Uzukage le había asignado aquella tarea para probarle? ¿Para probar su madurez, su experiencia y sus capacidades como ninja? «Por Susano'o, tengo que enderezar a esta chavala como sea. No se dirá de Uchiha Akame que fue incapaz de lidiar con una alumna díscola».
Más determinado que antes, ingresó al estadio por una de las pequeñas puertas laterales. Echó la vista atrás sólo un momento para comprobar que Karma le seguía; así era. Los dos recorrieron una serie de pasillos iluminados tenuemente por lámparas muy viejas hasta llegar a una puerta grande, de doble hoja de acero. Akame descorrió el cerrojo y la abrió empujando con fuerza. Las bisagras chirriaron mientras la luz del exterior empezaba a filtrarse, deslumbrando a ambos ninjas por momentos...
—Ya hemos llegado —anunció el jōnin, saliendo al exterior.
Se encontraban en una arena bastante grande, subdividida en varias secciones. En algunas de ellas se podía ver a ninjas de alto rango —a juzgar por sus chalecos y placas— con otros shinobi y kunoichi más jóvenes; eran grupos de alumnos que entrenaban con sus maestros. «Bueno, veamos qué tal...»
El Uchiha avanzó hasta una de las secciones del Estadio que estaba libre. Se trataba de un cuadrilátero bastante grande, de al menos treinta metros cuadrados de tierra batida. Pobablaban el escenario una docena de muñecos de entrenamiento, hechos de buena madera y llenos de marcas, cortes y golpes. Algunos estaba dispuestos más cerca del lado en el que se encontraban Akame y Karma, otros más lejos; y algunos incluso simuladamente a cubierto tras obstáculos improvisados.
—Bien —el Uchiha se aclaró la garganta—. Empezaremos viendo qué tal andas de puntería. Toma estos shuriken —se metió una mano en el portaobjetos que llevaba atado al muslo y sacó un total de diez estrellas metálicas—. Colócate aquí y trata de acertar a todos los blancos que puedas... Tienes veinte segundos.
Akame se colocó junto al punto que había señalado a Karma y anunció.
—Empezaré a contar cuando hagas tu primer disparo.
Claro que, al jōnin no le pasó desapercibido que semejante amalgama de circunstancias desfavorables le tenía a él mismo en pleno centro. ¿Y si el Uzukage le había asignado aquella tarea para probarle? ¿Para probar su madurez, su experiencia y sus capacidades como ninja? «Por Susano'o, tengo que enderezar a esta chavala como sea. No se dirá de Uchiha Akame que fue incapaz de lidiar con una alumna díscola».
Más determinado que antes, ingresó al estadio por una de las pequeñas puertas laterales. Echó la vista atrás sólo un momento para comprobar que Karma le seguía; así era. Los dos recorrieron una serie de pasillos iluminados tenuemente por lámparas muy viejas hasta llegar a una puerta grande, de doble hoja de acero. Akame descorrió el cerrojo y la abrió empujando con fuerza. Las bisagras chirriaron mientras la luz del exterior empezaba a filtrarse, deslumbrando a ambos ninjas por momentos...
—Ya hemos llegado —anunció el jōnin, saliendo al exterior.
Se encontraban en una arena bastante grande, subdividida en varias secciones. En algunas de ellas se podía ver a ninjas de alto rango —a juzgar por sus chalecos y placas— con otros shinobi y kunoichi más jóvenes; eran grupos de alumnos que entrenaban con sus maestros. «Bueno, veamos qué tal...»
El Uchiha avanzó hasta una de las secciones del Estadio que estaba libre. Se trataba de un cuadrilátero bastante grande, de al menos treinta metros cuadrados de tierra batida. Pobablaban el escenario una docena de muñecos de entrenamiento, hechos de buena madera y llenos de marcas, cortes y golpes. Algunos estaba dispuestos más cerca del lado en el que se encontraban Akame y Karma, otros más lejos; y algunos incluso simuladamente a cubierto tras obstáculos improvisados.
—Bien —el Uchiha se aclaró la garganta—. Empezaremos viendo qué tal andas de puntería. Toma estos shuriken —se metió una mano en el portaobjetos que llevaba atado al muslo y sacó un total de diez estrellas metálicas—. Colócate aquí y trata de acertar a todos los blancos que puedas... Tienes veinte segundos.
Akame se colocó junto al punto que había señalado a Karma y anunció.
—Empezaré a contar cuando hagas tu primer disparo.