13/05/2018, 01:39
—Si los carteros pudiesen llegar hasta la Villa Oculta de la Tormenta, creo que sobraría una palabra en ese nombre
—Estoy seguro que de alguna forma harán llegar la mensajería al interior de las villas...— Balbuceé sin poder dar una respuesta adecuada a ello.
Datsue no desaprovecharía la oportunidad que le brindaba, así que sin dudarlo disparó su última munición... — Watasashi Aiko. ¿La conoces? — Escuchar ese nombre hizo que mi rostro cambiase totalmente, ya no estaba relajado, sino más bien serio. No sabía si él pudo notarlo, pero lo que ocurrió luego demostró que estaba bastante interesado en el asunto porque dejó a un lado su masaje y se acercó más a mi.
Mis ojos veían los ojos negros del pelinegro, pero mi boca no manifestaba ninguna palabra de interés para él, por lo que decidió insistir un poco más. —Hace tiempo que no sé nada de ella, y la verdad es que estoy preocupado.
—Sí, sí la conozco.— Dije para soltar un suspiro un tanto melancólico, baje la vista al agua de la terma en la que me encontraba y me era difícil no imaginarme la imagen de la kunoichi hundirse entre las profundidades del lago de Amegakure No Sato.
—Ella... Ella no estará disponible por un largo tiempo, la última vez que la vi fue el año pasado y sé que no la volveré a ver...— Comenté, manteniendo mis ojos ámbares enfocados entre las ondas y burbujas que producían las cascadas.
—Estoy seguro que de alguna forma harán llegar la mensajería al interior de las villas...— Balbuceé sin poder dar una respuesta adecuada a ello.
Datsue no desaprovecharía la oportunidad que le brindaba, así que sin dudarlo disparó su última munición... — Watasashi Aiko. ¿La conoces? — Escuchar ese nombre hizo que mi rostro cambiase totalmente, ya no estaba relajado, sino más bien serio. No sabía si él pudo notarlo, pero lo que ocurrió luego demostró que estaba bastante interesado en el asunto porque dejó a un lado su masaje y se acercó más a mi.
Mis ojos veían los ojos negros del pelinegro, pero mi boca no manifestaba ninguna palabra de interés para él, por lo que decidió insistir un poco más. —Hace tiempo que no sé nada de ella, y la verdad es que estoy preocupado.
—Sí, sí la conozco.— Dije para soltar un suspiro un tanto melancólico, baje la vista al agua de la terma en la que me encontraba y me era difícil no imaginarme la imagen de la kunoichi hundirse entre las profundidades del lago de Amegakure No Sato.
—Ella... Ella no estará disponible por un largo tiempo, la última vez que la vi fue el año pasado y sé que no la volveré a ver...— Comenté, manteniendo mis ojos ámbares enfocados entre las ondas y burbujas que producían las cascadas.