13/05/2018, 04:18
Al parecer mis palabras empezaban a surgir efecto, Datsue habló un poco más calmado, pero con más pasión y sentimientos que anteriormente, le vi llevarse una mano al pecho y pedía la misma comprensión, o incluso más, que la que yo le pedí. — Aiko es más que una simple conocida para mí. Más que una amiga. Ella es… —No logró completar la frase, incluso al repetirla, podría pensar que tenía un nudo en su garganta, seguramente tenía un ramo de confusión sentimental floreciendo en su interior.— Ella es…
—¿Ella es...?— Repetí curioso mientras esperaba a que él completase la oración y me revelase finalmente el porqué de su reacción, aunque por como se había puesto ya me imaginaba, pero uno nunca estaba totalmente seguro hasta escuchar la confirmación.
El pelinegro negó con la cabeza, no lo reveló, por ahora.—Keisuke, veo en ti que la situación de Aiko te jode tanto como a mí. —
—¿Cómo puedes saberlo?— Cuestioné, después de todo, él no había visto como atravesaban el pecho de la kunoichi con una katana, como su sangre salpicaba el despacho de Yui, como era sellada y llevada para ser arrojada el lago.
— Debe de haber una manera de ayudarla. De que los dos la ayudemos. Estoy seguro, Keisuke. Siempre la hay. Siempre.
—¿Ayudarla?— Repetí pensativo. Era evidente que había imaginado mil veces la idea de ayudar a la pelirroja, pero yo, un simple genin, ir en contra de la voluntad de la Arashikage, era algo totalmente inaceptable, incluso podrían matarme por ello, era claro que yo sólo no podía hacerlo.
—¿Qué tanto estarías dispuesto a arriesgar por ella?— Solté considerando seriamente un plan de acción para ir en busca de Aiko.
—¿Ella es...?— Repetí curioso mientras esperaba a que él completase la oración y me revelase finalmente el porqué de su reacción, aunque por como se había puesto ya me imaginaba, pero uno nunca estaba totalmente seguro hasta escuchar la confirmación.
El pelinegro negó con la cabeza, no lo reveló, por ahora.—Keisuke, veo en ti que la situación de Aiko te jode tanto como a mí. —
—¿Cómo puedes saberlo?— Cuestioné, después de todo, él no había visto como atravesaban el pecho de la kunoichi con una katana, como su sangre salpicaba el despacho de Yui, como era sellada y llevada para ser arrojada el lago.
— Debe de haber una manera de ayudarla. De que los dos la ayudemos. Estoy seguro, Keisuke. Siempre la hay. Siempre.
—¿Ayudarla?— Repetí pensativo. Era evidente que había imaginado mil veces la idea de ayudar a la pelirroja, pero yo, un simple genin, ir en contra de la voluntad de la Arashikage, era algo totalmente inaceptable, incluso podrían matarme por ello, era claro que yo sólo no podía hacerlo.
—¿Qué tanto estarías dispuesto a arriesgar por ella?— Solté considerando seriamente un plan de acción para ir en busca de Aiko.