13/05/2018, 17:14
—¿Qué tanto estarías dispuesto a arriesgar por ella?
La pregunta le tomó totalmente desprevenido. Abrió la boca, pero su voz se negó a salir. ¿Qué tanto estaba dispuesto a arriesgar realmente por ella? Él, que siempre decía que el amor era para tontos. Él, cuyo código férreo e inquebrantable era el de la supervivencia primero, y lo segundo, y lo tercero, y luego el resto. Él, que siempre escurría el bulto cuando la cosa se ponía seria y su pellejo corría peligro. ¿Estaba de verdad dispuesto a arriesgar su vida por Aiko?
Una parte muy fuerte de su ser le dijo que no. Una parte instintiva y primitiva, ligada a su ADN, la que siempre optaba por huir. Entonces recordó su momento en la playa. Aquella firme determinación. La buscó en su interior, escondida y oprimida por sus miedos, por su egoísmo, por su cobardía. Creo hallar su luz, palpitante, pequeña y raquítica. Parpadeaba, iba y venía, como el latido de un corazón. Parecía querer mostrarle algo. Una imagen. Un rostro…
«Anzu…» La mejor amiga de su infancia. Más que eso. Su socia. La había perdido por su cobardía. Por su egoísmo. Para siempre.
Entonces la luz cambió de forma, representando una nueva tonalidad, una nueva imagen. Vio la cara compungida de su Hermano. El rostro inconfundible de Akame al recibir la trágica noticia: su novia había muerto. ¿Quién había estado presente para poder impedirlo? Otra vez él, y otra vez no había hecho nada.
¿Era ese su destino? ¿Ver cómo las personas que le importaban iban cayendo, una a una, mientras él se quedaba tras la trinchera? ¿Dejaría a Aiko a su suerte? ¿Dejaría que su cuerpo se pudriese en el olvido? De pronto, una voz reverberó en su cabeza, tan real que creyó tenerla detrás, susurrándosela al oído:
Bajó la mirada, y por un momento confundió su reflejo con el de otra persona. Una chica de cabellos tan rojos como su propio Sharingan. Le sonreía. Fue entonces cuando lo tuvo claro.
—Más de lo que debería —respondió con voz profunda, a punto de quebrarse—. Más de lo saludable —añadió, con un nudo en la garganta. Las lágrimas corrían por sus mejillas—. Todo.
La pregunta le tomó totalmente desprevenido. Abrió la boca, pero su voz se negó a salir. ¿Qué tanto estaba dispuesto a arriesgar realmente por ella? Él, que siempre decía que el amor era para tontos. Él, cuyo código férreo e inquebrantable era el de la supervivencia primero, y lo segundo, y lo tercero, y luego el resto. Él, que siempre escurría el bulto cuando la cosa se ponía seria y su pellejo corría peligro. ¿Estaba de verdad dispuesto a arriesgar su vida por Aiko?
Una parte muy fuerte de su ser le dijo que no. Una parte instintiva y primitiva, ligada a su ADN, la que siempre optaba por huir. Entonces recordó su momento en la playa. Aquella firme determinación. La buscó en su interior, escondida y oprimida por sus miedos, por su egoísmo, por su cobardía. Creo hallar su luz, palpitante, pequeña y raquítica. Parpadeaba, iba y venía, como el latido de un corazón. Parecía querer mostrarle algo. Una imagen. Un rostro…
«Anzu…» La mejor amiga de su infancia. Más que eso. Su socia. La había perdido por su cobardía. Por su egoísmo. Para siempre.
Entonces la luz cambió de forma, representando una nueva tonalidad, una nueva imagen. Vio la cara compungida de su Hermano. El rostro inconfundible de Akame al recibir la trágica noticia: su novia había muerto. ¿Quién había estado presente para poder impedirlo? Otra vez él, y otra vez no había hecho nada.
¿Era ese su destino? ¿Ver cómo las personas que le importaban iban cayendo, una a una, mientras él se quedaba tras la trinchera? ¿Dejaría a Aiko a su suerte? ¿Dejaría que su cuerpo se pudriese en el olvido? De pronto, una voz reverberó en su cabeza, tan real que creyó tenerla detrás, susurrándosela al oído:
«Te quiero, Datsue»
Bajó la mirada, y por un momento confundió su reflejo con el de otra persona. Una chica de cabellos tan rojos como su propio Sharingan. Le sonreía. Fue entonces cuando lo tuvo claro.
—Más de lo que debería —respondió con voz profunda, a punto de quebrarse—. Más de lo saludable —añadió, con un nudo en la garganta. Las lágrimas corrían por sus mejillas—. Todo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado