13/05/2018, 18:13
«Lo tengo. ¡Lo tengo!» Keisuke estaba cediendo. ¡Lo estaba haciendo! Bien fuese por pena hacia él, o por el triste destino que estaba sufriendo Aiko, estaba cediendo. Y entonces, lo supo: ahora era cuando más debía conservar la calma.
Todavía no habían ejecutado un plan, pero allí se estaba cociendo algo gordo. Algo tan gordo que, dependiendo por dónde enfocasen el asunto, podría considerarse traición. Y lo estaban haciendo en un jodido baño termal.
Miró a su alrededor. No había nadie cerca —como ya se había dicho, el baño de los chorros era el más impopular de todos—, pero aún así sus gritos habían atraído alguna que otra mirada molesta. Había demasiados ojos, demasiados oídos. Nunca se podía saber si, entre ellos, había algún espía. O algún ninja de Uzushiogakure o Amegakure infiltrado en alguna misión.
¿Qué estaba siendo demasiado paranoico? No, justo lo contrario. Lo que había sido era demasiado descuidado. Todavía recordaba cómo Zoku se había enterado de las dudas tanto de su Hermano como de él que tenían sobre Gouna, al un espía oírselo decir mientras conversaban en un barco.
Debían cambiar de lugar.
Keisuke, mientras tanto, enumeraba las problemáticas de su empresa. Aseguraba que necesitaban un hombre de confianza, y pese a que Datsue creía tener al idóneo, no las tenía todas consigo. ¿Qué vale más? ¿Un Hermano, o una Villa?
Cuando el amejin también puso como condición tener un maestro de fuuinjutsu, el Uchiha hizo un ademán con la mano.
—Lo tenemos —murmuró, a la vez que desactivaba el Sharingan. Luego, Keisuke aseguró saber el lugar en dónde se encontraba Aiko, pero no el sitio exacto. El Uchiha hizo otro ademán—. Eso no es un problema. Olvídate de eso, está solucionado —aseguró.
»Escucha… —susurró, pegado a él. Cada poro de su ser vibraba de emoción. Por primera vez en mucho tiempo, tenía esperanza. Veía una oportunidad—. Es mejor que terminemos de hablar de esto en un lugar más… privado. Vayamos al baño de agua fría a refrescarnos un poco —El Uchiha llevaba un tiempo necesitándolo. Se estaba asando.
Todavía no habían ejecutado un plan, pero allí se estaba cociendo algo gordo. Algo tan gordo que, dependiendo por dónde enfocasen el asunto, podría considerarse traición. Y lo estaban haciendo en un jodido baño termal.
Miró a su alrededor. No había nadie cerca —como ya se había dicho, el baño de los chorros era el más impopular de todos—, pero aún así sus gritos habían atraído alguna que otra mirada molesta. Había demasiados ojos, demasiados oídos. Nunca se podía saber si, entre ellos, había algún espía. O algún ninja de Uzushiogakure o Amegakure infiltrado en alguna misión.
¿Qué estaba siendo demasiado paranoico? No, justo lo contrario. Lo que había sido era demasiado descuidado. Todavía recordaba cómo Zoku se había enterado de las dudas tanto de su Hermano como de él que tenían sobre Gouna, al un espía oírselo decir mientras conversaban en un barco.
Debían cambiar de lugar.
Keisuke, mientras tanto, enumeraba las problemáticas de su empresa. Aseguraba que necesitaban un hombre de confianza, y pese a que Datsue creía tener al idóneo, no las tenía todas consigo. ¿Qué vale más? ¿Un Hermano, o una Villa?
Cuando el amejin también puso como condición tener un maestro de fuuinjutsu, el Uchiha hizo un ademán con la mano.
—Lo tenemos —murmuró, a la vez que desactivaba el Sharingan. Luego, Keisuke aseguró saber el lugar en dónde se encontraba Aiko, pero no el sitio exacto. El Uchiha hizo otro ademán—. Eso no es un problema. Olvídate de eso, está solucionado —aseguró.
»Escucha… —susurró, pegado a él. Cada poro de su ser vibraba de emoción. Por primera vez en mucho tiempo, tenía esperanza. Veía una oportunidad—. Es mejor que terminemos de hablar de esto en un lugar más… privado. Vayamos al baño de agua fría a refrescarnos un poco —El Uchiha llevaba un tiempo necesitándolo. Se estaba asando.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado