13/05/2018, 19:23
—¿Me dirás quién es esa persona de confianza?
Datsue se lo pensó un momento, mientras caminaba en pelotas hacia el baño de agua fría.
—Por el momento mejor no —respondió. Primero, todavía tenían que decidir cómo enfocar aquel condenado asunto. Luego, si de verdad le necesitaba, antes tendría que asegurarse que estaba dispuesto a ayudar.
Bajó un escalón de la piscina, y apretó los dientes. Estaba condenadamente helada. Tenso, se obligó a bajar el resto. Si ni tenía fuerza de voluntad como para hundirse en la gélida agua, ¿cómo pretendía rescatar a Aiko? El cambio tan brusco de temperatura le resultó como un mazazo en el pecho. De pronto, se sentía más vivo y más despierto que nunca.
Desvió la mirada hacia Keisuke, quién le acababa de preguntar si confiaba ciegamente en él.
—Por supuesto que no —respondió, sincero. Uchiha Datsue no confiaba ciegamente ni en su madre. Menos en un amejin que acababa de conocer, por mucho que pretendiese ayudarle en el tema de Aiko—. ¿Y tú en mí?
Tras oír su respuesta, el Uchiha terminó de hundirse por completo, cabeza incluida, y aguantó la respiración por unos largos segundos. Bajo el agua, con los ojos cerrados, meditaba. ¿Qué debía hacer? ¿Cuál debía ser su próximo paso? ¿Debía asegurarse de que Keisuke, aquella vez sí, mantuviese la boca cerrada? No fuese a ser que le entrasen las dudas…
El Sello de la Erradicación de la Lengua Maldita era la técnica idónea para aquellos casos. Pero, ¿realmente debía usarla? Si algo necesitaba, era la confianza de Keisuke, y su mala pata ya le había granjeado demasiados enemigos en Amegakure. Ayame era una de ellas. Kaido, si algún día se enteraba de lo que había ido soltando de él, otro. Y Daruu… Como adivinase que había sido él quien le había sellado un katon, definitivamente otro. Por no hablar de la mismísima Arashikage, si terminaban de atar cabos y le relacionaban también con el Henge no Jutsu.
Tenía demasiados frentes abiertos.
Pasado un minuto, la cabeza de Datsue asomó por fin a la superficie. Tenía una idea más o menos clara de lo que debía hacer. Buscó a Keisuke con la mirada.
—¿Nos vamos a cenar algo? —preguntó, directo. Cuanto antes saliesen de allí, antes podrían ponerse manos a la obra.
Datsue se lo pensó un momento, mientras caminaba en pelotas hacia el baño de agua fría.
—Por el momento mejor no —respondió. Primero, todavía tenían que decidir cómo enfocar aquel condenado asunto. Luego, si de verdad le necesitaba, antes tendría que asegurarse que estaba dispuesto a ayudar.
Bajó un escalón de la piscina, y apretó los dientes. Estaba condenadamente helada. Tenso, se obligó a bajar el resto. Si ni tenía fuerza de voluntad como para hundirse en la gélida agua, ¿cómo pretendía rescatar a Aiko? El cambio tan brusco de temperatura le resultó como un mazazo en el pecho. De pronto, se sentía más vivo y más despierto que nunca.
Desvió la mirada hacia Keisuke, quién le acababa de preguntar si confiaba ciegamente en él.
—Por supuesto que no —respondió, sincero. Uchiha Datsue no confiaba ciegamente ni en su madre. Menos en un amejin que acababa de conocer, por mucho que pretendiese ayudarle en el tema de Aiko—. ¿Y tú en mí?
Tras oír su respuesta, el Uchiha terminó de hundirse por completo, cabeza incluida, y aguantó la respiración por unos largos segundos. Bajo el agua, con los ojos cerrados, meditaba. ¿Qué debía hacer? ¿Cuál debía ser su próximo paso? ¿Debía asegurarse de que Keisuke, aquella vez sí, mantuviese la boca cerrada? No fuese a ser que le entrasen las dudas…
El Sello de la Erradicación de la Lengua Maldita era la técnica idónea para aquellos casos. Pero, ¿realmente debía usarla? Si algo necesitaba, era la confianza de Keisuke, y su mala pata ya le había granjeado demasiados enemigos en Amegakure. Ayame era una de ellas. Kaido, si algún día se enteraba de lo que había ido soltando de él, otro. Y Daruu… Como adivinase que había sido él quien le había sellado un katon, definitivamente otro. Por no hablar de la mismísima Arashikage, si terminaban de atar cabos y le relacionaban también con el Henge no Jutsu.
Tenía demasiados frentes abiertos.
Pasado un minuto, la cabeza de Datsue asomó por fin a la superficie. Tenía una idea más o menos clara de lo que debía hacer. Buscó a Keisuke con la mirada.
—¿Nos vamos a cenar algo? —preguntó, directo. Cuanto antes saliesen de allí, antes podrían ponerse manos a la obra.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado