15/05/2018, 19:05
Akame activó su Sharingan, tiñendo de rojo sus ojos y generando tres aspas negras en torno a sus pupilas, y aguardó la acometida de su alumna. Karma asintió, diligente, y echó a correr hacia él. Tal y como el Uchiha había visto hacer a otros médicos en el pasado, la chica demostró gozar de la habilidad suficiente para concentrar su chakra en su puño; «no sé qué tan fuerte va a pegar eso, pero mejor no recibirlo».
Cuando la kunoichi estuvo a distancia de cuerpo a cuerpo, su delgadito brazo se movió hacia delante para intentar alcanzar la mejilla de Akame. Pese a la diferencia de rango y poder entre ambos, compartían una edad y estatura similares —aunque él, por sus numerosas cicatrices y su semblante curtido, pareciese mayor— de modo que Karma no tuvo nada difícil llegar hasta el rostro de su maestro.
Sin embargo, Akame se limitó a doblar la cintura y agacharse para dejar que el puño cargado de chakra de la ninja médico pasara por encima de su cabeza, cortando el aire. «Eso no ha estado nada bien... Incluso sin Sharingan podría haber esquivado ese golpe. Bueno, hora de curtir un poco a esta frutita tan verde», pensó para sí con una sonrisa.
La réplica del jōnin no se hizo esperar, y fue tan rápida como brutal. Mientras se erguía, y aprovechando la inercia del movimiento, Akame descargó un feroz puñetazo directo en la boca del estómago de su alumna. Luego, usando ambos brazos, la empujó con violencia hacia atrás para hacerla caer de espaldas.
—Pues tenías razón, tu Taijutsu es jodidamente terrible —comentó, con aire casual, haciendo una vez más alarde de su aplastante sinceridad, capacidad de observación... Y falta de habilidades sociales—. Tendrás que esforzarte mucho, muchísimo más si quieres llegar a tocarme un sólo pelo.
Retrocedió un par de pasos para dejar unos cuatro metros de distancia entre ellos.
—Venga, arriba. Otra vez.