15/05/2018, 19:35
A pesar del visible mal estado en el que sus dos golpes habían dejado a Karma, Akame no mostró ni una sola gota de duda. ¿O es que acaso un sensei blandengue había hecho alguna vez alumnos capaces? Él también había sido un muchachito raquítico, débil y enclenque una vez... Pero su maestra, y luego los sensei de la Academia de las Olas, y luego Oonindo, le habían esculpido hasta convertirle en un ninja capaz.
No, no iba a dejarse influenciar por la debilidad actual de su alumna. No iba a dejar que aquella chica se enfrentase a Oonindo sin haberle dado antes las herramientas necesarias; incluso aunque fuese a costa de su dolor, sudor, sangre y lágrimas. Si de él dependía, no enviaría a otro ninja inexperto a morir al mundo exterior.
—¡Eso es, coño! ¡Con decisión! —exclamó cuando Karma cargó, otra vez, contra él.
En esa ocasión la kunoichi le lanzó una patada al costado izquierdo. Akame bloqueó el golpe con su brazo zurdo, pegándolo a las costillas para amortiguar la poca fuerza que Karma le había imprimido a su ataque. Sin dar lugar a réplica, el Uchiha le propinó una fuerte palmada en la nariz a su alumna; el dolor causado sería suficiente para desorientarla durante unos instantes, que el jōnin aprovechó para barrer las frágiles piernas de Karma y enviarla de nuevo al suelo.
—Otra vez, Karma-san —ordenó.
No, no iba a dejarse influenciar por la debilidad actual de su alumna. No iba a dejar que aquella chica se enfrentase a Oonindo sin haberle dado antes las herramientas necesarias; incluso aunque fuese a costa de su dolor, sudor, sangre y lágrimas. Si de él dependía, no enviaría a otro ninja inexperto a morir al mundo exterior.
—¡Eso es, coño! ¡Con decisión! —exclamó cuando Karma cargó, otra vez, contra él.
En esa ocasión la kunoichi le lanzó una patada al costado izquierdo. Akame bloqueó el golpe con su brazo zurdo, pegándolo a las costillas para amortiguar la poca fuerza que Karma le había imprimido a su ataque. Sin dar lugar a réplica, el Uchiha le propinó una fuerte palmada en la nariz a su alumna; el dolor causado sería suficiente para desorientarla durante unos instantes, que el jōnin aprovechó para barrer las frágiles piernas de Karma y enviarla de nuevo al suelo.
—Otra vez, Karma-san —ordenó.