15/05/2018, 19:44
El monumento se encontraba en un estado deplorable. Musgo, excrementos de animal e incluso una pintada del dichoso niño de la bufanda. Todo aquello equivalía a más trabajo para la genin. Karma suspiró. «Nadie es responsable de la imparable influencia de la naturaleza, pero si veo otra vez a ese chiquillo juro que le voy a dar una buena torta por esto... al final me toca quitar uno de sus grafitis igualmente...».
Pío, pío. Pío, pío.
Karma buscó la procedencia del sonido con la boca abierta. Finalmente dio con ello: un nido afianzado en uno de los hombros de Shiona-sama. Los problemas se iban apilando uno tras otro. «Ahora tengo que subir hasta ahí y bajar eso... ay, por Izanami...».
La pelivioleta comenzó a escalar la figura de la Uzukage como buenamente pudo. Su objetivo era alcanzar el nido, tomarlo y bajarlo al suelo. Una vez hecho eso podría reflexionar sobre qué hacer con él.
Pío, pío. Pío, pío.
Karma buscó la procedencia del sonido con la boca abierta. Finalmente dio con ello: un nido afianzado en uno de los hombros de Shiona-sama. Los problemas se iban apilando uno tras otro. «Ahora tengo que subir hasta ahí y bajar eso... ay, por Izanami...».
La pelivioleta comenzó a escalar la figura de la Uzukage como buenamente pudo. Su objetivo era alcanzar el nido, tomarlo y bajarlo al suelo. Una vez hecho eso podría reflexionar sobre qué hacer con él.