15/05/2018, 20:47
¿Cuántas veces había caído ya al suelo? ¿Tres? Sí, la joven estaba casi segura de que esa hacía el trío. Tenía el estómago de lo más revuelto; si este recibía más castigo amenazaba con devolver todos sus contenidos al exterior. La sangre que le brotaba de la nariz se desvió de su curso debido al poder de la gravedad y comenzó a discurrirle por las mejillas.
En resumen, Kojima Karma era una visión penosa. Su aspecto actual se asemejaba a aquel con el que su padre le bendencía a menudo cuando todavía vivía. Solo que en esta ocasión no se trataba de un borracho desgraciado, si no de alguien diez veces más diestro que ella.
«¿Convicción? Irrelevante, verdaderamente irrelevante...». La fémina gozaba de todo tipo de convicciones, pero ninguna positiva; unos cuantos golpes no iban a ser suficiente para cambiarlo. Sabía que no iba a ser capaz de golpear a Akame por mucho que este la instara a hacerlo.
Centró una porción de su chakra en el estómago. Tomó una pesada bocanada de aire, como si se prepara para alzarse...
—Ya voy, sensei...
Karma invirtió las fuerzas que le quedaban en la cadera. Fue entonces que llevó a cabo su maniobra sorpresa en una serie de movimientos entrelazados: alzó un poco las piernas y las juntó, apoyó las manos sobre el suelo y utilizando la ya mencionada cadera como punto de apoyo, la joven se lanzó hacia delante con las plantas de los pies como punta de lanza, como quien se alza del suelo con un salto, pero con fines ofensivos. Justo antes de despegar desvió el chakra del Ōkashō a sus piernas y pies, cual ariete.
En resumen, Kojima Karma era una visión penosa. Su aspecto actual se asemejaba a aquel con el que su padre le bendencía a menudo cuando todavía vivía. Solo que en esta ocasión no se trataba de un borracho desgraciado, si no de alguien diez veces más diestro que ella.
«¿Convicción? Irrelevante, verdaderamente irrelevante...». La fémina gozaba de todo tipo de convicciones, pero ninguna positiva; unos cuantos golpes no iban a ser suficiente para cambiarlo. Sabía que no iba a ser capaz de golpear a Akame por mucho que este la instara a hacerlo.
Centró una porción de su chakra en el estómago. Tomó una pesada bocanada de aire, como si se prepara para alzarse...
—Ya voy, sensei...
Karma invirtió las fuerzas que le quedaban en la cadera. Fue entonces que llevó a cabo su maniobra sorpresa en una serie de movimientos entrelazados: alzó un poco las piernas y las juntó, apoyó las manos sobre el suelo y utilizando la ya mencionada cadera como punto de apoyo, la joven se lanzó hacia delante con las plantas de los pies como punta de lanza, como quien se alza del suelo con un salto, pero con fines ofensivos. Justo antes de despegar desvió el chakra del Ōkashō a sus piernas y pies, cual ariete.