15/05/2018, 22:56
Karma temía resbalar y romperse el cuello en la caída, pero la muchacha fue capaz de llevar a cabo la tarea sin verse sometida a una situación desagradable. No obstante, los problemas la estaban esperando abajo, en el suelo, a pesar de que estos eran alados. Ni siquiera gozó de tiempo suficiente para dejar reposar el nido sobre el pavimento de la isla artificial.
Los progenitores de los polluelos habían vuelto, más que dispuestos a proteger a sus retoños. Primero uno, luego otro. No eran aves amenazantes, en absoluto, pero Karma tenía las manos ocupadas y un arañazo en los ojos podía dejarla tuerta. El instinto la llevó a soltar el nido y cubrirse la cara, además de intentar apartar a los pájaros con las manos.
—¡Fuera, fuera! —exclamó la joven, llevada por el pánico—. ¡Dejadme en paz, no iba a hacerle nada a vuestros polluelos!
Los progenitores de los polluelos habían vuelto, más que dispuestos a proteger a sus retoños. Primero uno, luego otro. No eran aves amenazantes, en absoluto, pero Karma tenía las manos ocupadas y un arañazo en los ojos podía dejarla tuerta. El instinto la llevó a soltar el nido y cubrirse la cara, además de intentar apartar a los pájaros con las manos.
—¡Fuera, fuera! —exclamó la joven, llevada por el pánico—. ¡Dejadme en paz, no iba a hacerle nada a vuestros polluelos!