16/05/2018, 19:37
Akame levantó a su nueva alumna con una sonrisa en el rostro mientras ésta se lamentaba por el estado en el que había quedado su vestido. Quizás era la única prenda que tenía, el sueldo de un genin era normalmente paupérrimo, y las primas que se cobraban por misión realizada, un mal chiste. En el expediente de Karma, el Uchiha había leído que vivía sola y que había estado trabajando muchos años antes de ingresar en la Academia de las Olas.
Tal vez acababa de destrozarle la única prenda de ropa que tenía. Tal vez a aquella chica apocada y tímida le costaría horrores reparar aquella pérdida para su armario.
Pero el jōnin ni se dio cuenta. O, si lo hizo, no lo demostró. En lugar de eso contestó a las palabras de su alumna, sonriendo, como si nada de aquello importase. Akame podía llegar a ser un tío bastante mierdas, según el cristal desde el que se mirasen sus rasgos personales.
—¡No hará falta! Acompáñame, Karma-san —la invitó—. Aunque antes debemos recoger nuestro equipamiento ninja.
El Uchiha recogió sus shuriken, tanto los que se habían clavado en los monigotes de entrenamiento como los que habían quedado esparcidos por el campo de entrenamiento, y los guardó en su portaobjetos. Luego esperó a que Karma hiciese lo mismo con sus senbon. Una vez terminado, el jōnin le indicó a la kunoichi que le acompañase de vuelta al interior de las instalaciones.
—Por aquí, Karma-san —dijo Akame, tras torcer a la derecha para enfilar un pasillo en el que sólo había dos puertas con sendos carteles; uno indicaba "hombres" y el otro "mujeres"—. Ahí están los vestuarios femeninos. Encontrarás todo lo necesario para asearte... Así como un atuendo completo y adecuado para un ninja —el jōnin le guiñó un ojo torpemente, tratando de parecer "enrollado"—. Considéralo un obsequio.
Si la muchacha obedecía e ingresaba al vestuario femenino —que era bastante amplio pero se encontraba en esos momentos, vacío— vería que junto a una de las duchas había una toalla y un bote de gel de baño. Sobre uno de los banquitos situados en el centro de la sala, junto a las taquillas, reposaba también un conjunto completo, sandalias ninja incluídas, de kunoichi de Uzushiogakure.
Tal vez acababa de destrozarle la única prenda de ropa que tenía. Tal vez a aquella chica apocada y tímida le costaría horrores reparar aquella pérdida para su armario.
Pero el jōnin ni se dio cuenta. O, si lo hizo, no lo demostró. En lugar de eso contestó a las palabras de su alumna, sonriendo, como si nada de aquello importase. Akame podía llegar a ser un tío bastante mierdas, según el cristal desde el que se mirasen sus rasgos personales.
—¡No hará falta! Acompáñame, Karma-san —la invitó—. Aunque antes debemos recoger nuestro equipamiento ninja.
El Uchiha recogió sus shuriken, tanto los que se habían clavado en los monigotes de entrenamiento como los que habían quedado esparcidos por el campo de entrenamiento, y los guardó en su portaobjetos. Luego esperó a que Karma hiciese lo mismo con sus senbon. Una vez terminado, el jōnin le indicó a la kunoichi que le acompañase de vuelta al interior de las instalaciones.
—Por aquí, Karma-san —dijo Akame, tras torcer a la derecha para enfilar un pasillo en el que sólo había dos puertas con sendos carteles; uno indicaba "hombres" y el otro "mujeres"—. Ahí están los vestuarios femeninos. Encontrarás todo lo necesario para asearte... Así como un atuendo completo y adecuado para un ninja —el jōnin le guiñó un ojo torpemente, tratando de parecer "enrollado"—. Considéralo un obsequio.
Si la muchacha obedecía e ingresaba al vestuario femenino —que era bastante amplio pero se encontraba en esos momentos, vacío— vería que junto a una de las duchas había una toalla y un bote de gel de baño. Sobre uno de los banquitos situados en el centro de la sala, junto a las taquillas, reposaba también un conjunto completo, sandalias ninja incluídas, de kunoichi de Uzushiogakure.